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Opinión

26/02/2019@12:38:30
Una vez que comienza la vida sedentaria, y el funcionamiento ordinario de las ciudades, una de las primeras necesidades que se le presenta a la humanidad, ante su deseo de poner orden en su entorno, es establecer unas medidas regulares para el comercio.

Mientras por un lado digería lo peor de la política ante el cierre de las presentaciones de las listas que intervendrán en las próximas elecciones generales, siempre lo bajo y deprimente tiene escalones aún más bajos, para ello no existen los límites, Netanyahu demostró que en ambos extremos es un experto, de lo mejor a lo peor, por el otro fueron 3 días en que a nivel personal me llenaba de satisfacción y mi ego, a mis casi 79 años es muy especial, rebozaba de alegría.

No parece una de las preocupaciones sociales, en estos momentos, reabrir la memoria histórica y si añadimos el anuncio de elecciones generales es un tema secundario, a pesar de la opinión de algunos políticos.

Dicen los agoreros que, cuando un país tiene una crisis económica casi terminal, resulta muy complejo salir adelante ya que las políticas que fomentan el crecimiento surten efecto a largo plazo.

En todas las ocasiones en que se suscita una tertulia informal acerca de nuestras creencias, me encuentro habitualmente con varios interlocutores que al decirles que ni eres Cristiano ni marxista, o ni Liberal, te preguntan con cierto asombro… ¿Entonces, tú en qué crees?

Otra vez más, los ciudadanos, nos vemos obligados a tener que soportar los presuntos enjuagues del iluminado Sr. Tenazos, actual e incomprensible director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Somos una sociedad moderna y avanzada en la que todavía tenemos retos importantes que solucionar para alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Lo analizable, lo cuestionable es si estamos acertados en algunos planteamientos.

En opinión de diversos intelectuales, son legión los dirigentes de partidos de izquierda, quienes a lo largo de su carrera política, experimentan un permanente deslizamiento hacia la derecha en cuanto a tendencias y perfiles se refiere.

El País, de Madrid, publicó una nota típica de una revista de espectáculos. Es que, al final, la política es eso, un gran espectáculo que muchos se toman en serio al punto que se fanatizan, con uno u otro “equipo”, tanto que a veces hasta hay muertos de por medio.

A mis casi 79 años las rutinas diarias son fáciles de imaginar, las nocturnas mucho más. Cuando mi esposa finaliza con sus series televisivas, con algunas la acompaño siempre y cuando no las estiren con argumentos al estilo Nené Cascallar o Migré, juntos compartimos los partidos de futbol y baloncesto de Barcelona, Real Madrid, equipos ingleses, al criar 3 hijos varones se convirtió en una verdadera experta, yo siempre la llamo, para aquellos memoriosos, la Lujambio israelí.

Nos sorprenden algunas comparecencias y manifestaciones de políticos: lo que hoy sostienen es justo lo contrario a lo que declaraban pocos días antes. A eso se le puede añadir su incapacidad de dialogar con integridad para llegar a acuerdos reales que antepongan los intereses generales a los partidistas.

La semana comenzó con un llamado telefónico imprevisto, muy tempranero, más aún cuando por el tiempo transcurrido ya casi del tema me había olvidado.

Para cuantificar la devastación lograda por el chavismo, digamos que el PBI de EE.UU., durante los cuatro años de la Gran depresión, cayó 29%; el de España, durante toda la guerra civil que ganó Franco, bajó 35% y el de Venezuela, solo desde 2016, descendió un 65%.

Uno de los premios mayores de la lotería de España hizo que mi memoria retrocediera un poco más de 60 años llevándome a la ciudad de Córdoba, Argentina.

Solo en Colombia hay cerca de un millón de venezolanos que han huido del gobierno chavista dejando familia, trabajo, estudios y hasta propiedades. En Buenos Aires, el acento venezolano es cotidiano y, pocos días atrás, vi a una estudiante de la Universidad Central de Venezuela, que vivió en las calles porteñas hasta que una señora se apiadó y la llevó con ella, que vendía sus artesanías en el metro.