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Educación

14/06/2020@17:50:39
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó este domingo a las comunidades y ciudades autónomas que el próximo 21 de junio, día en el que concluye el estado de alarma, se reabrirán las fronteras con aquellos países con los que haya reciprocidad, salvo con Portugal que se pospone hasta el 1 de julio como al resto de países fuera de Schengen.

Los ministerios de Sanidad y Educación y FP han elaborado un documento que servirá de base a los centros educativos para el curso 2020-2021, en el que proponen crear clases de entre 15 y 20 alumnos en los que se dé una convivencia a modo de “familias”, por lo que no tendrán que respetar la distancia de seguridad por el Covid-19 ni usar mascarillas.

Pese a que el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) ha reiterado este martes su apoyo al alumnado con necesidades especiales, "sea cual sea el tipo de centro en el que sean escolarizados", la postura del Gobierno parece la misma, tal y como afirman varias organizaciones que se encargaron de dar la voz de alarma la semana pasada.

Vuelvo a retomar el tema de la enseñanza universitaria. Y lo hago aguijoneado por el hecho de que la mayoría de los candidatos a profesores de los niveles educativos no universitarios, que han participado en las oposiciones celebradas a finales de junio y a lo largo de julio de 2018, no hayan progresado adecuadamente. Y, por eso, merecieron una escabechina histórica y nunca vista.

En mi último texto, puse el dedo en la llaga de la deficiente formación universitaria de los cientos de miles de licenciados o graduados que se presentaron a las oposiciones, para ser profesores titulares en la enseñanza no universitaria, y que fueron eliminados ya en la primera prueba. Hoy quiero remachar el mismo clavo, analizando un aspecto concreto y transversal de la formación de los universitarios españoles: sus competencias lingüísticas, al terminar los estudios universitarios, en lenguas extranjeras.

La que se les viene encima a muchos políticos, que son los que cobran de nuestros impuestos, ni se lo pueden imaginar. Internet, que fue una bendición para consultar y agilizar las búsquedas, va a provocar más de un infarto.