Tiempo atrás, un prestigioso profesional dedicado a asesorar empresas me dijo algo sorprendente: el peor enemigo de cualquier empresa -grande, pequeña e incluso individual- no es la competencia más cruda, sino uno mismo y se inicia en el miedo y la inseguridad provocando reacciones violentas y autodestructivas. Es una buena noticia: saber que, para ganar, a quién debemos controlar no es a alguien inalcanzable.