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Del kaos al logos

16/10/2019@20:07:36
Ahora que ya disponemos, entre otras, de esta herramienta eficaz para estudiar el mundo en el que vivimos, me refiero a la TGC y las leyes que rigen todo conflicto, apoyándonos en que estas nos demuestran cómo funcionan, o funcionamos, todas las voluntades en la naturaleza tanto individuales como colectivas, y, teniendo siempre presentes esas pautas naturales, debemos pasar a tomar nuestras decisiones aplicando esos conocimientos objetivos y, abandonando ya, de una vez por todas, las visiones y conjuras míticas. Debemos dejar de ser adolescentes.

Cuando ponemos en juego las distintas leyes del conflicto, o mejor expresado, cuando aplicamos estos conocimientos sobre esas constantes, que es a lo que llamamos leyes, porque sabemos que siempre se comportarán así, ellas nos facilitan analizar y explicar cualquier movimiento social tanto individual como colectivo.

Hemos de seguir con la RAE, respecto a Libertad nos dice: “Facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, o de no obrar, por la que es responsable de sus actos”. El principio de libertad de las partes subraya que cada parte en su evaluación y toma de decisiones, dentro de la competencia del conflicto, siempre es libre. Puede adoptar esa, o puede no adoptar ninguna. La emoción es suya.

Este principio, ley, o conocimiento universal incontrovertible, ha de quedar claro aquí y ahora para que entendamos algo más de la dinámica de los conflictos. La vida en la que existimos, de la que formamos parte interactiva, y que hoy pretendemos entender para convertir esas apreciaciones en conceptos explicables, funciona, además de con otros axiomas, con el siguiente: “Para que haya vida, movimiento, confrontación, modificación, evolución… ha de darse el supuesto que no haya solo Hidrógeno, u Oxígeno, o cualquier otro compuesto o elemento. Son las relaciones entre distintos elementos, fuerzas, posiciones o voluntades lo que crea todo el juego de lo que llamamos… Vida”.

Ahora vamos a estudiar las leyes que rigen la dinámica del conflicto. La primera de ellas enumerada como Ley de la Dinamicidad –que además esa dinámica siempre es hacia la expansión-, la RAE define esta palabra como, “cualidad de lo dinámico”.

Si el diccionario de la RAE, define la existencia como, “Acto de existir”. Nos encontramos que en su segunda acepción dice claramente al definir, Identidad, como, “Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”.

Lo que aún no se quiere aceptar hasta hoy día, es que, igual que existen unas leyes físicas que rigen la arquitectura o la medicina –ley de la Gravedad, estudio de volúmenes, anatomía y fisiología humana- también esas misma leyes físicas, y solo físicas -como además no podría ser de otra forma porque equivaldría a aceptar que estaríamos regidos por leyes mágicas, lo cual es un absurdo- son las que rigen todo nuestro actuar diario, nuestra toma de decisiones individual y colectiva y nos marcan, aunque para nosotros sean imperceptibles, el camino a seguir. Ese conjunto de reacciones es el que ha sido trazado por la naturaleza que nos ha creado.

Si la vida se nos presenta como un kaos, es porque percibimos la existencia diaria como un permanente Conflicto. No solo para nosotros como individuos o como especie, sino para todo tipo de existencias, y más aún, unas especies viven de destruir a las otras o solo sobreviven tras la muerte de individuos de las otras. Analícese la vida de los Virus o de los animales predadores.

Primero comprobemos si nos vale o no la palabra, responsabilidad, porque nos dice la RAE: “Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de cualquier causa legal”.

Siguiendo con la misma línea anterior, debemos decir que la RAE define conducir: “Manejarse, portarse, comportarse, proceder de una u otra manera, bien o mal”. Por su parte nos dice que dolor: “Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por acción interior o exterior”. De ahí surge la pregunta, ¿Qué fue lo que guio a la primera reacción química, y más aún, a la primera célula para que adoptara una línea de reacción u otra, y se condujese, evolucionando hasta la creación de lo que hoy somos? Solo una respuesta… El Dolor recibido. Este, o fue soportado, o le obligó a cambiar de dirección.

La segunda ley que define y nos enseña a estudiar la dinámica de todo conflicto es la ley de la Confrontación y Competencia Constante. Siguiendo con las definiciones de la RAE, nos dice que Confrontación es: “Acción y efecto de confrontar”. Por lo tanto no nos ilumina mucho acerca de esta situación. Pero, sin embargo, sí lo hace al definir “Competencia”: “Disposición o rivalidad entre dos o más personas que aspiran a obtener la misma cosa”.

Siguiendo con la definición de la RAE, por Estructura entiende: “Modo de estar distribuidas las partes de un todo y relación que puede establecerse entre ellas”.

Creo que en cualquier disciplina científica, si preguntamos cuál es el grupo de leyes que la rigen, quizá tengamos tantos esquemas y apartados como catedráticos a los que pidiésemos opinión. Lo mismo sucedería en la Medicina con expertos médicos. En ambos casos puede que coincidieran en el fondo, pero en las formas cada uno haría su lista de leyes principales.

Lo primero que observaron los viejos Brujos es que ciertas leyes de la madre naturaleza se cumplían siempre. Todos los organismos nacían y morían. El agua siempre discurría corriente abajo, y los objetos arrojados al aire siempre descendían a la madre Tierra. Más aún, los conocimientos técnicos, de las reglas de la vida, fueron muy anteriores a cualquier elucubración teórica, y mucho más antiguas que cualquier teoría global del mundo. Es decir, antes que ningún Espíritu o Dios.

No descubro nada nuevo si alego rotundamente que, desde el mismo nacimiento de la conciencia humana, y quizá como el componente principal de esta, surgió la absoluta necesidad de comprender el entorno con el que se relacionaba constantemente. Más tarde también se necesitó estudiar qué era lo que le sucedía, no solo al individuo, sino al grupo humano actuando en conjunto.