Si la vida se nos presenta como un kaos, es porque percibimos la existencia diaria como un permanente Conflicto. No solo para nosotros como individuos o como especie, sino para todo tipo de existencias, y más aún, unas especies viven de destruir a las otras o solo sobreviven tras la muerte de individuos de las otras. Analícese la vida de los Virus o de los animales predadores.
Dicho de otra manera, solo concebimos la vida como una lucha permanente por la supervivencia donde en cada instante, y en cada lugar geográfico, alguien muere y alguien nace. Y las relaciones entre las distintas partes, sobre todo visto desde el nivel de individuos, es un juego donde todo el mundo pone su vida en riesgo.
Como los niveles de conocimientos de las leyes de la naturaleza se le presentaba muy complicado a cualquier mente humana de las más avanzadas, y sufría permanentemente esa hostilidad diaria en su propia piel, y también en cualquier análisis objetivo de lo que veía delante, es normal que declarase ese juego como un Kaos permanente.
La respuesta más normal es la que se ha producido, los brujos y chamanes, luego llamados profetas, lo que han hecho es realizar un maravilloso juego de literatura e inventarse una gran cantidad de personajes, que según su elucubración, serían los culpables de ese dolor y esa destrucción, a los que llamaron, Demonios, el mal; y una serie de creadores y benefactores a los que llamaron, Dioses, o espíritus del bien. De esta forma mágica conseguían introducir un cierto Logos en el organigrama mental. Era un pequeño Orden que les permitía manejar la situación, y, sobre todo, dos cosas importantísimas: La primera era que podían explicarles a los jóvenes el mundo que les rodeaba. La segunda, quizá mucho más importante por su trascendencia, la que les permitía fundamentar su poder sobre el grupo social organizado (GSO) y en base a esas teorías, luego creencias, organizaban todas las relaciones de poder, que, claro está, ese espíritu del bien, ese dios, siempre les había situado a ellos en la cúspide de la pirámide de poder. Compruébese aún hoy día, tanto desde cualquier religión, el Papa de Roma mismo, el buró del PCUS, o al presidente de cualquier democracia, esas reglas del juego teóricas siempre les sitúan al frente del poder absoluto, y les faculta para disponer de las vidas y propiedades de los demás. Es cierto que cambian las formas, lo cual es muy importante, pero igual condena a muerte el código de cualquier religión o dictadura, que el presidente de los EEUU. Y las expropiaciones se realizan en las democracias avanzadas por tribunales, pero también quitan los bienes a unos para dárselos a otros.
Todo el intento de la Filosofía primero, y de las ciencias sociales después, ha sido entender ese Kaos social tan conflictivo, y ofrecer un Logos que le facilitase las mejores respuestas posibles para, por lo menos, poder entenderlo. Y, además, que permitiese ordenar ese mundo kaótico.
¿Cuál es la respuesta posible? Aquella que esté fundamentada en un conocimiento científico adecuado de las relaciones humanas dentro de un grupo social y su relación con el entorno. Y, por supuesto, aquella que esté basada en conocimientos contrastados, como lo está la medicina o la Agricultura, para que los brujos y chamanes no manipulen las relaciones a cada momento.
Es imprescindible elaborar cuanto antes una Teoría general de los Conflictos (TGC). Una vez que dispongamos de ella nos demostrará como funcionamos y cuáles son los mejores protocolos para abordar cada conflicto. Igual que disponemos de protocolos médicos para cada actuación.
La clave del Bien y del Mal, tan buscado a lo largo de los tiempos, no era otra cosa que alcanzar el criterio de elección, porque, como unos debía pervivir y otros perecer, la pregunta es obvia, qué era lo malo que podíamos o debíamos destruir, y cual lo bueno que debíamos conservar. E ahí la cuestión. Ser… O no… Ser.
Es hora que alcancemos ese bien y ese mal, se nos hace imprescindible, pero solo lo haremos con… Conocimientos contrastados. Necesitamos una TGC.
Sobre el autor
Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.