Estamos en plena precampaña electoral y empiezan a desvelarse algunos candidatos.
Esta mañana el café estaba especialmente animado, nuestro marino comentó:
—Parece que la temporada de fichajes se ha pasado del fútbol a la política. Estamos asistiendo al anuncio de incorporación de jugadores que provienen de otros equipos y con la llegada a la primera división de algunos jugadores estrella. Perdonad —añadió— mi tono frívolo, pero a veces algunas de estas cosas solo las puedes ver con mucho humor porque, en caso contrario, sería desesperante. Algo tan serio y transcendente para nuestras vidas no se entiende que se actúe con tanta trivialidad.
Era divertido escucharle, pero al mismo tiempo rezumaba un sentimiento de hartazgo y pena. Siempre decimos que tenemos el gobierno que nos merecemos, pero a esas muchas personas —la mayoría— que cada día se levantan temprano y se dedican a sus tareas, no es tan claro que se merezcan una clase política tan partidista y con un discurso —aunque bien aprendido— lleno de intrascendencia, futilidad y ligereza.
Nuestra joven profesora, siempre inquisidora disparó:
—Querido marino, desprendes un tono escéptico, pero seguro que tienes tus propios criterios. ¿Cuál es tu opinión de la llegada a las listas de personas que militaban en otros partidos, que provienen de la esfera de lo privado o la incorporación a las listas de militares?
No parecía querer perder el tiempo la encantadora profesora ya primaveral, en solo una pregunta había hecho —como mínimo— tres. Nuestro marino estaba dispuesto a responder porque se zampó un buen trozo de tostada y dio un largo sorbo de café antes de contestar.
—Vamos a desgranar. Sobre el trasvase de políticos (en estos momentos) me parece normal, no olvidemos que los partidos clásicos han conseguido orillar a gente valiosa que hartos de políticas y actitudes que no compartían, acabaron dejando el partido. Esos casos me parecen consecuentes, lo que no es censurables aquellas personas que —vividores profesionales de la política— una vez que han agotado sus posibilidades en el partido que militan pretendan reaparecer con otras siglas. Sabemos que los jugadores cuando son fichados aparecen con la nueva camiseta, y diciendo que desde pequeños ese era el club de su vida. Hasta que dos temporadas más tarde los vemos fichados por los rivales.
Nos sonreímos y le dejamos continuar:
—Sobre la llegada a la política de personas desde ámbito profesional o de la empresa privada solo puedo aplaudirlo. La diversidad, la pluralidad y los enfoques cercanos al mundo real son necesarios y enriquecedores. Somos una sociedad dispar y es bueno que la política no esté manejada por personas que en su currículo no aparezca más experiencia que la militancia desde edad temprana en el partido, personas que carecen de ningún tipo de experiencia profesional, personas que solo han vivido de la política. Esta endogamia es peligrosa, y nuestra política se ha contaminado con eso, hasta conseguir una atmósfera irrespirable de mediocres que se tragan lo infumable para poder seguir teniendo un acomodo en cualquier puesto. La incógnita de estas incorporaciones de profesionales y empresarios es si van a poder soportar «la peculiaridad» de la política. Dicho de otro modo, si cuentan con certificado médico para poder digerir los sapos que se van a tener que tragar a diario. La política es como un «agujero negro» que acaba engullendo a los más baqueteados.
Continuó:
—Sobre la incorporación de militares, pienso que debe ser un acto de normalidad. Al margen de las chanzas, nadie se escandalizó cuando los partidos de la izquierda incorporaron a sus filas a militares. No entiendo porque siempre estamos con lo del refrán: «unos en lana y otros en lata». El mismo tratamiento que se dio en su momento a aquellos militares es el que se les debe de dar ahora a estos. Es más, nuestros militares en la actualidad son profesionales, formados, con experiencia, con idiomas y que están acostumbrados a gestionar. No olvidemos que en Estados Unidos ha habido muchos militares que han prestado grandes servicios a su país, incluso han llegado a presidentes. No estaría mal copiar ese ejemplo como un ejercicio más de normalidad.
Nuestra joven profesora apostilló:
—Sobre lo que comentas, añadir que muchas de las enseñanzas que se llevaron a las escuelas de negocio más prestigiosas de las universidades americanas, después de la II guerra mundial, fueron experiencias extraídas del ejército. Peter Drucker es un ejemplo. También hay que pensar que en el caso de los militares no tienen puerta giratoria, su acceso a la política les inhabilita para poder volver a la milicia, mientras que eso no ocurre en otras profesiones. Jueces cuya imparcialidad se puede poner en tela de juicio después de su paso por la política a la hora de juzgar temas con un determinado sesgo.
El fútbol da para mucho. Los fichajes son interesantes, pero quedaba un tema encima de la mesa que también debía abordarse. El viejo marino lo concluyó:
—Al final para mi lo importante son los perfiles, cuál va a ser su aportación real, cuál es su actitud y cuáles son sus pensamientos. Quiero personas que tengan permiso para ser libres, que tengan un compromiso real con la sociedad, y sobre todo como dice Gregorio Marañón Bertrán de Lis que le dijo su abuelo: «la prevalencia de la bondad sobre la inteligencia». Hoy vivimos un momento en la que, por encima de todo, quiero que me gobiernen personas buenas.
Nos quedamos mudos. Miramos al mar y pensamos que en la aldea se ven las cosas de forma singular.
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