Una vez que comienza la vida sedentaria, y el funcionamiento ordinario de las ciudades, una de las primeras necesidades que se le presenta a la humanidad, ante su deseo de poner orden en su entorno, es establecer unas medidas regulares para el comercio.
Fruto de esa contabilidad y anotaciones surgió la escritura. La primera que conocemos, la Cuneiforme, en Sumer (Los Sumerios), se defiende por los más entendidos que dichos grafos surgieron más por un problema de numeración y anotación de deudas y contabilidades que por otras necesidades de comunicaciones escritas.
Hemos de añadir las propias necesidades de construcción y defensa, que influyó en el deseo de los más sabios de dominar los conocimientos técnicos de la Geometría y la Aritmética, así como de las Matemáticas, con el fin de diseñar sus calles, casas, monumentos y murallas con la máxima precisión posible. Por eso se desarrollaron esos conocimientos que, por otra parte, no formaban parte de los dogmas de Dios alguno, y por ello podían ser estudiadas esas disciplinas sin contraposición religiosa.
Ya es conocido que desde Mesopotamia y Egipto llegaron a Grecia estos conocimientos así como con posterioridad a Roma, y que esta los incrementó al nivel que solo el Gótico, mil años después, pudo superarlos. Derivados de ese estudio también se desarrolló la Física y mejor aún, la Química. Solo desde el racionalismo y la ilustración Europea se produjeron los más profundos estudios sobre estas ciencias, que han producido casi todo el desarrollo industrial que caracteriza solo a Occidente.
Con mayor o menor confrontación contra los Dogmas religiosos, todos estos conocimientos de la Bilogía, la Geología y la Botánica han podido progresar hasta nuestros días. Producto de todas ellas disponemos de conocimientos de forma técnica y no supersticiosa acerca de la Medicina. Sus grandes y graves conflictos contra las autoridades religiosas le ha costado, pero ha podido llegar a nuestros días sin matices ideológicos. A nadie se le ocurre calificar la Medicina de otra cosa que no sea de, Buena, O Mala, y ello en función a sus resultados.
Lo mismo sucede con todas las ingenierías. Nadie mide la calidad de un puente o edificio en función a su valor religioso o ideológico, sino a sus cualidades técnicas. Y hemos podido trasportarnos, comunicarnos a distancia o calentar o enfriar la comida o el aire de forma racional. Con conocimientos técnicos contrastados. Estos hechos son aceptados por toda la humanidad y no se aprecia de forma sincera que religión o ideología alguna solicite prescindir de esos conocimientos para la vida diaria, y volver a la ceguera de antes de la Edad media. No se conoce ningún Judío o Islamista radical que propugne suprimir los teléfonos móviles, o el no poder cumplir con la visita a la Meca en avión.
Sin embargo no se ha producido ese mismo avance de conocimientos que dé lugar a tratamientos científicos en el área social. En las llamadas, ética, Moral, Buenas costumbres, Leyes sagradas, Política o Derecho. Hablo de todo lo relacionado con la buena gobernanza técnica de los pueblos.
Es cierto que el orden social se ha pretendido reformar, pero con el mismo modelo. Se ha intentado suprimir unos Mitos, pero lo que se ha hecho es cambiarlos por otros. No se ha roto la cadena de la ensoñación, el cuento, la idealización o la simple Fe y Esperanza en tiempos mejores. No se ha elaborado para gobernar mejor nuestras sociedades ningún plan técnico, ni de experimentación, como sí haríamos para un nuevo avión o un nuevo puente más grande.
En los temas sociales seguimos sin aceptar las premisas de Aristóteles. No nos hemos dedicado a observar, pensar, probar y aprender para ir superando etapas y comprobar, en la práctica, cuál es el mejor modelo político que en cada situación pueda gobernar un Grupo Social Organizado. No, en ese aspecto seguimos con el Profetismo. Llega un nuevo profeta (Marx) y dice: Esto es lo Guay, esto es lo Fetén, y…Hala, a matarnos unos a otros…
El viejo profeta nos ha enseñado que solo con la experimentación y el ya famoso: “Prueba y error” podemos avanzar, aprender cada día más y mejorar nuestra supervivencia y, sobre todo, nuestra convivencia.
Ya es hora de que apliquemos el esquema de las ciencias a gobernar de forma técnica y científica las poblaciones humanas.