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Iglesias y Sánchez acorralan a Rajoy

Por Enrique MONTÁNCHEZ
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enriquemil21es/7/7/13
jueves 04 de junio de 2015, 17:36h

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Los líderes del PSOE y Podemos preparan el asalto al poder. Vamos a vivir seis meses de sobresaltos hasta las generales de noviembre. Rajoy se atrinchera en La Moncloa y recibe a Pedro Sánchez con la idea de apuntalar el bipartidismo herido de muerte, mientras se niega a recibir a Pablo Iglesias.

La foto del hombre de barba cana y pelo teñido junto al joven de coleta y aire desinhibido en la escalinata de La Moncloa terminaría de cavar la tumba política del registrador de la propiedad que ya piensa en volver a su profesión.

Una instantánea así, en estos momentos, sería una bofetada para los presidentes del IBEX que parecen no haber asimilado lo que representa el tsunami de 24M. Y, al mismo tiempo, un inapreciable regalo para Iglesias, que se vería ungido de facto como muy probable inquilino de La Moncloa.

En la misma jornada -miércoles 3 de junio- Mariano recibió a mediodía a Pedro y éste por la noche se fue a cenar con Pablo. Mucho más tranquilo, al menos eso es lo que aparenta, Pablo va cumpliendo sus objetivos inexorablemente. Está haciendo realidad su eslogan de que el tic-tac del momento histórico que vive este país o España -según las sensibilidades políticas- lo está marcando él.

Con una extraordinaria sagacidad política, la apisonadora Iglesias consuma etapa tras etapa su objetivo de tomar el Palacio de invierno, y verano, de La Moncloa. Primero, con media docena de profesores de la facultad de Políticas de Madrid, forma de la nada un partido al calor del 15M.

Después, cuando Monedero escora la nueva formación a la izquierda extrema con ribetes de populismo bolivariano, se desprende de su amigo tras entrevistarse con el embajador de Estados Unidos en Madrid y recibir el mensaje de que el Imperio está por la renovación político-generacional en España (como en su momento lo estuvo al impulsar la UCD de Suárez para sepultar en los libros de Historia las camisas azules del Movimiento Nacional franquista), pero no a costa de derribar los pilares euro-atlantistas: Unión Europea, permanencia en la OTAN y respeto a los acuerdos militares hispano-norteamericanos.

Iglesias tampoco pestañea cuando se trata de prescindir de su compañera sentimental, Tania, al intuir que se ha convertido en un lastre. La exconcejal del Ayuntamiento de Rivas ha terminado imputada por los presuntos delitos de prevaricación, malversación y tráfico de influencias.

Es tal el miedo que inspira en Ferraz el líder de Podemos ante la inconsistencia de Sánchez, que en la sede socialista se quiere recurrir, una vez más, al viejo zorro de Rubalcaba para que negocie los pactos poselectorales con Podemos, ante el temor de que Pedro se convierta en mero comparsa de Pablo.

Los dirigentes más cercanos a Sánchez saben de su falta de criterio, de que sus determinaciones duran un cuarto de hora y de que es un peligro para el partido dejar en manos del secretario general el reparto de poder municipal y autonómico, clave para la batalla final de las generales de noviembre. Quieren a alguien con probada experiencia para evitar que el PSOE se hunda del todo. Hasta Susana Díaz está aterrada de dejar la negociación en manos de Sánchez.

En Ferraz no terminan de digerir el sorpasso de Podemos. Un partido que sin apenas estructura y financiado con muy poco dinero, a base de donaciones de particulares, les ha comido la merienda en las plazas más importantes, bien como Podemos, bien con la marca blanca de Unidad Popular. En el PSOE se restriegan los ojos sin dar crédito a que una jueza anciana y una anarquista catalana se hayan hecho con los dos ayuntamientos más importantes del país.

Y en el tablero de los pactos, ¿qué papel desempeña Albert? Si nos atenemos a que entre Sánchez y Rivera hay buena sintonía, según las filtraciones de los departamentos de prensa de PSOE y Ciudadanos tras la reunión del martes 2 de junio, es para echarse a temblar. Si en el entorno del secretario general socialista se habla sin tapujos de su inconsistencia, en el entorno del presidente de Ciudadanos tampoco le andan a la zaga.

Mariano necesita a Albert para frenar a la izquierda, pero el líder de Ciudadanos es consciente de que un pacto con el PP, por muy bien que se quiera vestir, le dejaría irremediablemente tocado. Rivera sabe que no ha emprendido el viaje desde Cataluña para apuntalar a los populares y darles escaños allí donde por sí solos no llegan para mantenerse en el poder.

De fuerza emergente para regenerar a fondo el centro-derecha español se transformaría en lacayo de un PP que trata de sobrevivir prometiendo que a partir de ahora va a cambiar y que ya no habrá sitio para más Bárcenas ni más tramas Gürtel o Púnica.

Difícil decisión la de Albert. Un escenario diferente se abre paso en los últimos días: que Ciudadanos vote puntualmente las candidaturas socialistas para evitar que Sánchez sea abducido por Iglesias. La prueba del nueve será si Rivera respalda a Ángel Gabilondo como presidente de la Comunidad de Madrid. Una vía que apoyan Valencia, Murcia, Castilla y León.

El escenario PSOE-Ciudadanos tranquiliza a los centros de poder económico y político europeos en la medida que aleja a Podemos de reeditar en España el modelo de Grecia. En un panorama político tan fragmentado como el actual, todo está abierto y no es en absoluto descabellado pensar que las grandes decisiones, como tantas veces nos enseña la Historia, se tomarán por debajo de la mesa.
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