Las sociedades antropológicas prohiben toda discusión sobre sexo biológico

Y así se ha decretado la expulsión del reino de la ciencia de todo aquel que se sale de los esquemas y categorías absolutistas de la realeza real del reino de los blanco/negros, o mejor del reino de los yo-rojos/tu-no-rojos, por parte de quienes aún hoy continúan mirando el mundo con los anteojos graduados todavía con la vieja fórmula identitaria del nosotros/los otros. Los buenos que expulsan a los no buenos, los totalitarios científicos que señala a los anticientíficos, los verdaderos hombres y mujeres con penes y vaginas e identidades bien formaditas e inamovibles contra los engendros deformes que pretenden ensuciar y degenerar el inmarcesible estatus de humanidad auto declarada de los de izquierda de verdad verdad, los puros. No se dan cuenta que definirse es sus términos de blanco y negro, de izquierda y derecha les sitúa más a la derecha en su mismo espectro. El hecho mismo de ponerse de acuerdo en la trans-exclusión con los reaccionarios de derecha y ultraderecha les mueve a la derecha en ese espectro de medición tan antiguo como arbitrario. Es como esos viejos movimientos revolucionarios de países caribeños que llevan 30 años en unos o 60 años en otros países y continúan llamándose la real realeza de la izquierda revolucionaria que se ha enquistado en el poder y han asumidos que las instituciones les pertenecen ya por un derecho propio fundado y transmitido en esa especie de absurda monarquia maniquea. Esos personajes que recuerdan una infiancia de padres activistas y círculos del mayo 68 que hoy ya llevan años también enquistados en las instituciones académicas en los pequeños feudos de la real realeza académica. Es así que con un decretazo, nos excluyen de plumazo a todas aquellas que no somos personas de verdad hechas y derechas, a quienes estamos en ese limbo amorfo y pestilente. Esas personas que dicen conocer la realidad real y pura, no se cortan un pelo es desterrar a quienes no entran es sus categorías. Esas personas transgénero que sufren día a día la discriminación por atreverse a usurpar categorías identitarias ya cogidas, deben desaparecer y seguir en el ostracismo, en la miseria y en el inframundo de lo no nombrado por atreverse a optar por la dignidad de la existencia. Toda ese jugo transexcluyente servido en plato de institución psiquiátrica o penitenciaria debemos comernos sin derecho a réplica ni pataleta porque así lo han decretado aquellos personajes odiadores que ni siquiera plantean alguna posibilidad de coexistencia ni cohabitación en los reinos de lo humano. Nunca antes el fascismo disfrazado de autoridad autodefinida se había excusado tanto en sus edictos como nación pura, en sus preceptos exclusivos biológicos y biologicistas, en sus primacías culturales e históricas. Pobres ilusos hijos del capitalismo liberal que pretenden levantar orgullosamente su bandera de lentejuelas, cómo se atreven a pretender ganar terrenos en los reinos de la hegemonía académica única, verdadera y real para intentar imponer sus puntos de vistas cuando los puntos de vista ya están puestos sobre la mesa y son unívocos e inamovibles. Antropología de resistencia le llaman a este neofascismo en blanco y negro. No se dan cuanta que el blanco y negro ya no se lleva y que ahora hay muchos colores en el espectro y que se pueden combinar para crear nuevos rumbos multiverso que son contrarios a lo añejo y empedrado de su excluyente necedad.