Cuenta Juan Diego Quesada que una de las compañías más importantes del sector de la robótica, la japonesa Yaskawa, abrirá a finales de 2018 la primera fábrica de robots en Europa.
La empresa, que hasta ahora solo tenía establecimientos en Japón y China, eligió el sur de Eslovenia, para iniciar su expansión por el continente, porque es el país más robotizado en Europa del Este, y ubicado en el puesto 16º en el índice mundial de robotización de la industria manufacturera, pese a tener solo dos millones de habitantes.
Y este acontecimiento ha reavivado el viejo debate del hombre contra la máquina. Según la OCDE, más de 60 millones de trabajadores corren riesgo de ser reemplazados por robots en los próximos años. El 14% de los empleos en los países desarrollados son altamente automatizables. La industria manufacturera y la agricultura son los sectores donde más impactaría la industrialización 4.0, como se ha dado en llamar a esta revolución tecnológica que, según la Federación Internacional de Robótica, crece a un ritmo del 15% anual.
En contrario, el profesor de robótica Marko Munih, de la Universidad de Liubliana, asegura que esta revolución traerá beneficios para el consumidor, que obtendrá productos más baratos, y para el trabajador que podrá desarrollar trabajos más cualificados y mejor pagados. El pasado muestra como la tecnología abre nuevas oportunidades.
En 1830 alrededor del 60% de los ingleses trabajaba la tierra. Entonces, durante dos años los trabajadores rurales protagonizaron levantamientos, quemaron granjas, mataron ganado y destruyeron maquinaria agrícola debido a la adopción de una innovación tecnológica: la trilladora, que reemplazó un trabajo duro que entonces era necesario para los trabajadores. Hoy, solo el 3% trabaja la tierra, la desocupación cayó y aumentó sideralmente la producción agropecuaria.
La enorme mayoría de las personas ahora trabaja en industrias desarrolladas por el avance tecnológico: fábricas de automóviles, de aparatos electrónicos, telefónicas, aéreas, etc. Si la tecnología trajera más desempleo, los países más avanzados, como EE.UU. y Alemania, deberían tener un alto índice de desocupación y, sin embargo, lo tienen bajo. Los países con mayor densidad de robots -Corea del Sur, Alemania, Japón- tienen un bajo nivel de desempleo.
De modo que, al contrario de lo que dicen muchos, el desarrollo tecnológico potencia la capacidad creadora del hombre enriqueciéndolo, facilitándole la vida y abriendo la oportunidad de nuevos trabajos y desafíos. Doscientos años atrás, eran impensables los pilotos y controladores aéreos, la enorme cantidad de personas que trabajan en fábricas de robots, las masas contratadas por las empresas punto.com, etc.
Así es que la robotización resulta indispensable, no solo porque aumenta la riqueza sino porque hay que tener en cuenta que cada año China está instala unos 70.000 robots, más que toda Europa junta, lo que significa una gran competencia dado la mayor productividad con costos más bajos.
Por cierto, a los robots no se les pagan sueldos ni todos los impuestos, seguridad social y demás imposiciones estatales. A raíz de lo cual, a más de uno se le ha ocurrido la torpe idea de gravar a los robots con lo que solo lograrían retrasar el desarrollo. Afortunadamente, el Parlamento Europeo rechazó el año pasado discutir un impuesto para compensar el empleo “destruido” por robots.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California