Compareció en la sala de prensa de la Cámara Baja para anunciar su decisión, sin embargo, tras leer un comunicado y sin aceptar preguntas de los periodistas, se marchó.
Tras las elecciones generales del 23-J, no recogerá su acta de diputado: "Permanezco en Vox, me quedo como afiliado de base a disposición de nuestros dirigentes para cualquier cosa que necesiten de mi", declaró, y expresó su "enorme esperanza" de ver a Santiago Abascal en La Moncloa "más pronto que tarde".
"Me marcho con enorme optimismo y admiración para nuestra nación, con enorme confianza en la capacidad de los españoles de generar un futuro mejor", lanzó esperanzado.
"Porque España siempre merece la pena", aseguró Espinosa de los Monteros, añadiendo que "todo ha merecido la pena". Con plena confianza, se marcha convencido de que los mejores días están por venir y de que al final todo saldrá bien. Sus últimas palabras fueron: "Y si no es así, es que todavía no es el final".
Resaltó el apoyo de su esposa y portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Roció Monasterio, quien siempre lo ha apoyado como él intenta hacer con ella. También hizo una referencia cariñosa para su familia, destacando que "la familia siempre sufre más que uno mismo cuando se producen ataques, especialmente si son de naturaleza personal, como los que hemos tenido".
Espinosa de los Monteros, miembro fundador de la formación liderada por Santiago Abascal, ocupó el cargo de secretario general del partido y actualmente desempeñaba el puesto de vicesecretario general de Relaciones Internacionales de Vox.
Pese a que Vox logró mantener el tercer puesto como fuerza parlamentaria el pasado 23-J, por la mínima, sufrió una pérdida de tres millones de votos y 19 escaños. Horas después de que Abascal ofreciera su apoyo a una investidura de Alberto Núñez Feijóo sin exigir su entrada en el Gobierno, se produjo esta sonada marcha de una formación que empieza a recordar a los peores momentos de la extinta Ciudadanos.