Manada, jueces y democracia
Por Carlos Albr
martes 01 de mayo de 2018, 15:12h
Los violadores no deberían salir de la cárcel, mientras haya una posibilidad de que vuelvan a reincidir.
Pero no estamos hablando de eso.
Con la ley y las pruebas presentadas en la mano, la sentencia de los jueces sobre "la manada", es la única posible y es evidente que, de nuevo, las leyes españolas son demasiado permisivas con el crimen y demasiado complacientes con los criminales. La conclusión inmediata es que el código penal debe endurecerse y poner como protagonistas a las víctimas, no solo las que ya lo han sido sino las potenciales de los criminales sueltos y reincidentes.
Pero, tampoco, estamos hablando de eso.
De lo que se trata es de la deslegitimación de los tribunales de justicia y de los jueces que la aplican. La extrema izquierda, polÍticos corruptos y oportunistas, junto a los separatistas de todo pelaje, desde los filoetarras hasta los comités de opresión, en toda nuestra geografía, se han unido en ese empeño. Llama la atención la unanimidad de todos los partidos y hasta el ataque del ministro de Justicia, a esos jueces que debería ser el primero en respetar.
Estamos hablando de hacer crecer el descrédito y la desconfianza, de la población, en uno de los pilares del estado de derecho, justamente aquel en el que están depositadas nuestras últimas esperanzas, para acabar con los golpistas catalanes o el genocidio vasco. Los mismos que piden la libertad de los terroristas de Alsasua, los que se escandalizan cuando se califica a los CDR de terrorismo, son los que encabezan estos ataques a los jueces.
No para que nuestras leyes sean más duras sino para que se legisle en favor de la traslación de la lucha de clases a las relaciones de pareja y que, como ya sucede en la ley de violencia de género, los hombres tengan un plus de culpabilidad, por el mero hecho de serlo.
Estamos hablando, de la demagogia que la extrema izquierda aplica a los criminales y a sus crímenes, una demagogia que asumen la mayoría de los medios, del resto de los partidos y en especial el gobierno, incapaces de ofrecer un relato alternativo, a los que quieren destruir la democracia española y la misma Nación.