Al dar la bienvenida al fotógrafo Andrés Serrano al Vaticano, el Papa Francisco ha vuelto a sorprender a los católicos. Serrano, creador del polémico "Piss Christ", sumergió un modelo de Jesucristo en el crucifijo en su propia orina.
Para celebrar el 50 aniversario de la colección de arte contemporáneo del Vaticano, fueron recibidos en la Capilla Sixtina 200 artistas por el Papa Francisco.
"Agradezco su aceptación a mi invitación; Me complace estar en su compañía, ya que la Iglesia siempre ha mantenido una relación especial y natural con los artistas", expresó el pontífice a aquellos dedicados al arte, incluyendo a Serrano. "Es una amistad natural, porque los artistas valoran profundamente la riqueza de la existencia humana, tanto en nuestras vidas como en la vida del mundo, incluso reconociendo sus contradicciones y aspectos trágicos. Esta riqueza corre el riesgo de pasar desapercibida para muchas disciplinas especializadas que se enfocan en necesidades inmediatas, pero tienen dificultades para apreciar la vida como un poliedro, una realidad compleja y multifacética".
Según Breitbart News, en 1989, la exhibición de 'Piss Christ' generó quejas de aproximadamente 50 senadores estadounidenses y 150 representantes. Estos se quejaron de que el National Endowment for the Arts (NEA), financiado por los contribuyentes, había respaldado económicamente la exposición. Como consecuencia de estas quejas, el presupuesto de la NEA se redujo.
Serrano, durante la controversia, se hizo el tonto sobre por qué era ofensivo al decir: "No tenía idea de que Piss Christ recibiría la atención que recibió, ya que no quise decir blasfemia ni ofensa por ello. He sido católico toda mi vida, así que soy un seguidor de Cristo".
"La dimensión en la que nos movemos, incluso sin darnos cuenta, siempre es la del Espíritu", dijo el Papa Francisco. "Tu arte es como una vela que se llena con el viento del Espíritu y nos impulsa hacia adelante". El Papa también destacó la amistad especial entre la Iglesia y las artes, especialmente considerando los numerosos períodos históricos que han compartido y que forman parte del patrimonio de todos, creyentes o no creyentes. Conscientes de esto, esperamos una nueva temporada de frutos abundantes en nuestro tiempo, nacida de un clima de escucha, libertad y respeto. "La gente necesita esos frutos, esos frutos especiales", concluyó el Papa Francisco.
"Considero a hombres y mujeres de discernimiento, conciencias críticas, como aliados en muchas cosas que me son queridas, como la defensa de la vida humana, la justicia social, la preocupación por los pobres, el cuidado de nuestra casa común, la fraternidad humana universal", continuó el discurso. La dimensión humana de la humanidad es querida para mí, la humanidad de la humanidad. Porque esa es también la gran pasión de Dios. El arte y la fe tienen algo en común: ambos tienden a ser preocupantes. Ni el arte ni la fe pueden dejar las cosas simplemente como son: las cambian, las transforman, las mueven y las convierten. El arte nunca puede servir como anestésico; trae paz, pero lejos de amortiguar las conciencias, las mantiene alertas. Como artistas, a menudo intentáis sondear las profundidades de la condición humana, sus oscuros abismos. Nos recordáis que no todos somos luz. Al mismo tiempo, es necesario permitir que la luz de la esperanza brille en esa oscuridad, en medio de nuestro egoísmo e indiferencia. Ayúdanos a vislumbrar la luz, la belleza que salva".