Netanyahu, los errores políticos se pagan, hasta hoy respeto y miedo, a partir a de ahora ni lo uno ni lo... otro.
El renglón anterior con el que encabezo ésta nota era la titulación del próximo Newsletter que pensaba distribuir entre mis lectores, ahora como la temática será totalmente diferente dejo librado a la inteligencia de cada uno para su llenado, en ése titular está anticipado todo lo que iba a ser el contenido, la orientación del comentario.
El escuchar la primicia informativa con la que uno de los canales de televisión abrió su principal emisión del pasado viernes, que luego en cada servicio informativo de las radios se fue repitiendo, hacía mención al año 1984 cuando el que ahora es el principal testigo de la policía y fiscalía en contra de Netanyahu cumplía con sus obligaciones militares y en un insólito e incomprensible accidente, el soldado que hacía pareja con él en una ronda fue arrollado por un tren mientras dormía sobre las vías.
Investigaciones realizadas en aquellos momentos, un test de la verdad incluido, hicieron que todo se cerrara como producto de una negligencia del propio fallecido, ahora parece ser que alguien desarchivó el expediente para comenzar a lanzar preguntas cuyas respuestas llevan a muchísimos signos de interrogación sobre el comportamiento y responsabilidad del que ahora se convirtió en el principal testigo contra Netanyahu, debe ser tan fuerte lo que aparentemente tiene por declarar en su contra que la policía y la procuración le garantizaron impunidad total, penal y civil.
Las redes sociales han abierto nuevos mundos, cuando a través de ellas un niño o un joven es atacado u ofendido, en mentes aún no preparadas y fuertes las respuestas de algunos son, lamentablemente, el suicidio, es algo más frecuente que lo que la gente puede presumir, todos en forma directa o indirecta conocen o han escuchado sobre alguno de estas tragedias. Luego vienen los análisis y críticas a los que tuvieron la posibilidad de evitarlo y nada hicieron.
Trasladado el ejemplo de los niños al caso que hoy me ocupa y mucho preocupa, no es necesario ser un psicólogo de fama internacional para imaginar la crisis de todo tipo por la que pasa la persona que decidió convertirse en testigo de la fiscalía en contra del Primer Ministro, de ser hasta hace poco la persona con mayor poder y influencias, de un día a otro a convertirse en delincuente confeso que para mejorar su posición acepta colaborar, delator y traidor es lo más suave que sobre él se escucha y lee, su fortaleza mental, si es que la tenía, destruida y pisoteada de por vida.
La policía y la fiscalía con el acuerdo firmado le garantizan que no ingresará a la cárcel, que civilmente no se lo perseguirá, pero no pueden garantizarle lo que dentro de su mente se mueve, él sabe y conoce que civilmente desapareció.
Y en ése de por sí ya tumultuoso y conflictivo desorden mental y emocional de repente alguien revive un viejo y olvidado expediente en el que su comportamiento personal queda muy cuestionado, no hay necesidad de realizar acusaciones directas, alcanzan las preguntas que no tienen claras respuestas, una de ellas si el soldado que se durmió sobre los rieles estaba efectivamente dormido o muerto con anterioridad, colocado sobre las vías para esconder algo mayor.
Las novelas policiales están llenas de historias con instigación al suicidio, la democracia israelí y su gobierno no pueden permitirse que sobre lo que en la ficción mucho se ha escrito tenga posibilidad, aunque sea simplemente imaginaria, de convertirse en realidad.
Evitarlo es una cuestión de Estado de una gravedad Institucional insospechada.
Hasta la próxima,
Dr. Israel Rabinowicz