Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, ha lanzado su candidatura para las elecciones generales de julio con un discurso cargado de sarcasmo y optimismo. Según ella, su proyecto es una nueva “carta de derechos” y un “contrato” democrático, económico y social para la España de la “próxima década”. Una década que, por lo visto, se va a caracterizar por la fragmentación y el fracaso de la izquierda estatal a la izquierda del PSOE.
Y es que si repasamos la historia reciente de los resultados electorales de este espacio político, observamos que han supuesto una enorme decepción a la ciudadanía, porque cuanto más decían unirse, más les abandonaban los votantes. Así, en 2015, la suma de Podemos, Izquierda Unida, Comunes, Compromís y En Marea era de 6.139.494 votos; en 2016, esos mismos ya sumaban un millón menos de votos, en concreto 5.087.538; en las generales de abril de 2019 y con Unidas Podemos y fagocitados los gallegos de En Marea, eran 3.686.905; en las de noviembre de ese año y vigente hasta hoy, Compromís se pegó a Más País de Íñigo Errejón, y por tanto Unidas Podemos y En Comú no llegaron a los tres millones de votos.
La izquierda ha ido reinventándose sistemáticamente desde el inicio de la democracia. Así el PCE, cuando se vio agotado, acabó dando a luz a Izquierda Unida, uniendo a ecologistas, antimilitaristas y demás, lo que supuso un empujón electoral, y luego el decaimiento de nuevo; posteriormente surge Podemos, y dan otro tirón, y ahí que acabó Izquierda Unida con todos los suyos; pero tras ese subidón, las cosas han ido volviendo poco a poco a donde siempre.
La pregunta es a quién espera llegar Sumar, que no haya llegado antes Podemos o Izquierda Unida. O incluso, de dónde esperan extraer votos: ¿del PSOE? ¿De verdad piensa Yolanda Díaz que los desencantados del PSOE lo están por ser demasiado moderados en vez de excesivamente radicales?
En Almería hemos visto el ejemplo en vivo y en directo. Hace cuatro años, se presentaron por separado Izquierda Unida y Podemos; el primero cosechó el peor resultado de su historia con algo más de 3.000 votos y se quedó sin concejal; y el segundo logró un concejal con más de 4.000 votos. Ahora se han presentado juntos, y solo han tenido un concejal, y con menos votos que hace cuatro años.
Las matemáticas aplicadas a la política vienen a sugerir que sumar siglas no suma votantes, y que sumar nombres resta votantes. A partir de ahí, Yolanda Díaz y los suyos deberían echar cuentas.
Pero no parece que les preocupe mucho la aritmética electoral, más allá de querer multiplicar por cero a Ione Belarra, Irene Montero y a Pablo Iglesias.