La invasión de Ucrania es una guerra que no deja de sorprendernos y yo, incluso me atrevería a denominarla la "Guerra de las Sorpresas". Desde los primeros días del enfrentamiento bélico no dejamos de sorprendernos por unas u otras cuestiones. Creo que cuando esta guerra no declarada finalice, espero que pronto, será objeto de estudio por parte de los militares de todos los países y muchas cuestiones ya no volverán a ser como antes.
La primera sorpresa es que una guerra relámpago se ha convertido en un conflicto prolongado en el tiempo. Nadie lo esperaba, nadie apostaba por la numantina defensa de los ucranianos, apoyados por Estados Unidos y sus aliados, pero no olvidemos que unos ponen el material y las armas y los otros los muertos en el campo de batalla. La segunda sorpresa es que el todopoderoso ejército ruso hace aguas por todos los costados, su preparación y potencial bélico ha quedado ya, finalice como finalice el conflicto, en entredicho.
La tercera sorpresa es que la información que leíamos nos decía que nunca se llevaría a cabo una guerra como antes, nos hablaban de supertecnologías, supermisiles, guerras en el espacio sideral, soldados tecnológicos y miles de avances que habían cambiado el concepto de los enfrentamientos bélicos. Después de todo esto nos encontramos con una guerra de las de siempre, a cañonazos, con tanques corriendo por los campos y soldados enfrentándose cuerpo a cuerpo para ganar cada metro de terreno. Si no fuera porque los drones han irrumpido con fuerza y han cambiado el panorama, parecería que estábamos más cerca de la II Guerra Mundial que de otra cosa.
En relación con los drones se produce mi tercera sorpresa. De repente, las fuerzas aéreas, con aviones que cuestan millones de dólares o helicópteros con costes también elevadísimos, desaparecen del terreno de juego y son superados por unos bichos pequeñitos, que tienen un coste ridículo y hacen un daño tremendo. Los iranies, por ejemplo, parecen una moto que vuela, y no es eufemismo, ya que hacen un ruido tremendo, no disponen apenas de tecnología y han causado estragos en las ciudades ucranianas. Y la estrategia tampoco es algo con unos componentes tremendamente elaborados, no, es mucho más sencillo, lanzo muchos, porque cuestan poco dinero, y muchos llegarán a sus objetivos.
Otra sorpresa tremenda ha sido la utilización de los medios blindados y la cantidad de ellos destruidos. Será curioso cuando finalice el conflicto, y tengamos datos más fiables, comparar las perdidas de material blindado con relación a otros conflictos armados. Creo que los datos serán sorprendentes. Rusia, según el Global Firepower Index, era la potencia mundial con más carros de combate, con más de 12.000 unidades, pero es que se baraja que hayan perdido en un año de conflicto más de 3.000, ósea el 25 % de sus efectivos. De las bajas humanas ni hablamos porque las cifras en los dos bandos deben ya superar con creces los 100.000 hombres, aunque no disponemos de datos fiables y podrían ser muchos más.
Como pueden observar ustedes las sorpresas son muchas, sin contar la cara de cabreo permanente de Vladimir Putin que parece que no está muy contento con los resultados de sus chicos. Pero la sorpresa, en mi opinión, más trascendental, es el lugar ocupado por los contratistas privados en esta guerra, en concreto los del grupo Wagner y su dueño el Sr. Prigozhin.
Hace ya algún tiempo, refiriéndome al grupo americano BlackWater, ahora denominado Academi, manifesté mi sorpresa al ver que el peso de estos grupos iba creciendo en las operaciones militares de Estados Unidos. No debemos olvidar nunca que nos estamos refiriendo a grupos de mercenarios y no parece muy razonable que las operaciones militares las comanden grupos de asesinos a sueldo dispuestos a no respetar ninguna norma, ni las más elementales.
Pues bien, nuestro Prigozhin, que ha cambiado los fogones de su cocina para crear esta empresa de mercenarios, se convirtió en el más firme aliado de Putin. Con su ejército privado, contando también con las fuerzas del checheno Kadirov, ha asumido los lugares de mayor riesgo y fatiga. De repente, podemos observar como un contratista privado asume no las operaciones encubiertas sino la lucha armada con su mini ejército y lo peor, asume la comunicación desde el frente. Todos los días está presente en los medios y comienza a criticar a su amigo, aunque no directamente, sino criticando al Ministro de Defensa de Rusia, Shoigu y al Jefe del Estado Mayor, Guerasimov.
En esta disputa con los órganos de la defensa de la Federación de Rusia, incluso llega a ganar su batalla y logra que antes de mes de diciembre pasado Putin aparte a Guerasimov de su puesto y nombre a Surovikin, apodado el "Carnicero", general que dirigió las operaciones en Siria y que contaba con el respeto, o al menos más respeto, del dueño de Wagner. La realidad es que el fracaso fue total y absoluto y Putin tuvo que volver a llamar a Guerasimov nuevamente.
En los últimos meses Bajmut se ha convertido en el objetivo de todos los objetivos, pareciera que el que conquiste la ciudad será el que se lleve el gato al agua. Y para un objetivo de tal relevancia nuestro "cocinillas" se marchó al frente, para poder dirigir a sus mercenarios sobre el terreno, no se si por un deseo de estar en el campo de batalla o por huir de Moscú donde podría morir por el tradicional resbalón.
Pues bueno, dónde estamos ahora, en qué situación se encuentra nuestro hombre. Pues no ha vuelto a Moscú, algo extraño, y lleva todo el mes rajando sobre la falta de municiones de su grupo, sobre que los altos mandatarios del Ministerio de Defensa los han dejado a los pies de los caballos, sobre la posibilidad de que se produzca un desastre. Nuestro jilguero canta todos los días. Pero su última intervención ha sido espectacular, con sus soldados de fortuna a la espalda ha cogido el micrófono y ha atacado verbalmente a sus enemigos, Shoigu y Guerasimov, acusándoles de todos los males de su grupo y amenazándoles con abandonar Bajmut el día 9 de mayo. Al final entre unos y otros le amargan el día festivo al presidente Putin. Donde quedan aquellos días en los que el "cocinillas" le servía aquellos platos elaborados exclusivamente para él.
Este es el peligro que tiene que un mercenario del dinero, con sus sanguinarios soldados, tomen el mando de las operaciones militares que debería llevar a cabo el ejército ruso, que al final se revela contra aquellos que lo han puesto en esa situación. Por eso pienso que Prigozhin está llamado a incrementar las bajas de esta guerra y su Wagner desaparecerá, pero no crean que desaparecerá y ya está, no, los mandatarios del país, ósea Putin, creará otro ejército privado más manejable que este.
Mientras tanto amigo Prigozhin presta atención a tu entorno y escucha con atención y así igual puedes identificar por quién doblan las campanas