El presidente Obama ha cerrado filas con la monarquía saudí y mantendrá secretas ocho años más las famosas 28 páginas del informe del Congreso que implican a Arabia Saudí en los ataques terroristas del 11-S. El director de la CIA, John Brenan, se mostró contrario a dar a conocer el contenido en un prestigioso programa de televisión, ignorando las peticiones de las familias de las víctimas y los medios de comunicación estadounidenses. Los intereses petroleros de Washington prevalecen por encima de la Justicia e impiden esclarecer el mayor atentado múltiple en la historia de Estados Unidos.
Barack Obama ha seguido los pasos de su antecesor George W. Bush y mantendrá censuradas las 28 páginas del informe oficial que implican a los servicios de inteligencia saudíes en los atentados del 11-S, según han expresado los congresistas que desde 2002 han tenido acceso al documento.La medida impide que “el pueblo estadounidense conozca por qué 15 de los 19 secuestradores de Al Qaeda eran ciudadanos saudíes, lo que indica el esfuerzo de influyentes saudíes e, incluso, de su poderoso sistema religioso en apoyar la trama”, apuntaba hace dos semanas el periódico más influyente de Estados Unidos “
The New York Times” en un duro editorial.
El director de la CIA asegura que las evidencias que implican a Arabia Saudí en el 11-S no son verdaderas
Ocho años más de secretoEl propio director de la CIA, John Brennan, anunció en el programa dominical de la cadena NBC “Meetthe Press”, que las 28 páginas no serán dadas a conocer porque las evidencias que contienen no son verdaderas. Un engañoso y pobre argumento, según la prensa estadounidense, pues de ser así su desclasificación permitiría dilucidar hasta qué punto estuvo implicada Arabia Saudí en el mayor atentado múltiple de la historia de Estados Unidos que causó cerca de 3.000 muertos y desencadenó guerras sucesivas hasta la actualidad.
Hace un mes el popular programa de la cadena CBS “
60 Minutos” situó, por primera vez, el debate sobre los responsables de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ante una gran audiencia gracias al testimonio del ex senador y vicepresidente de la Comisión del Congreso Bob Graham.
Desconfianza occidental La negativa de Obama a desclasificar tan comprometedoras pruebas se produce, significativamente, apenas una semana después de entrevistarse en Riad con el rey Salmánbin Abdulaziz. Mil 21 adelantó que el presidente de Estados Unidos propuso al monarca saudí un
acuerdo de cooperación de la OTAN con las monarquías del Golfo Pérsico, bajo un doble objetivo estratégico: que Europa se implique junto a Estados Unidos en el control de la mayor región petrolera del planeta y que la Alianza Atlántica sirva de freno en un eventual enfrentamiento entre la suní Arabia Saudí y el Irán chií.
Mil 21 adelantó que el rey Salmán aceptaba un acuerdo con la OTAN a cambio de que no se hicieran públicas las 28 páginas
Ambos objetivos devolverían la estabilidad perdida a la monarquía de los Saud y representarían un espaldarazodiplomático y militar al régimen saudí, que es mirado con cada vez mayor desconfianza por los gobiernos occidentales y sus opiniones públicas debido al apoyo de príncipes wahabitas y salafistas saudíes (la rama más radical del islam suní) al terrorista Estado Islámico y grupos yihadistas.
Medios de inteligencia árabes señalaron que el rey Salmán estuvo de acuerdo con la iniciativa de Obama a cambio de que no se hicieran públicas las 28 páginas mantenidas en secreto desde 2002 y que ningún ciudadano saudí compareciese ante los tribunales estadounidenses si finalmente era aprobado el proyecto de ley JASTA, por el que todo país que perpetre atentados en suelo norteamericano pierde su soberanía.