Las dramáticas imágenes que nos llegan desde Ucrania no hacen sino removernos por dentro. Uno de los últimos ataques ha tenido lugar contra una escuela que se usaba como refugio, lo que nos lleva a pensar, ¿qué está pasando con los niños en esta guerra?
Tras dos meses y medio desde que comenzase la invasión de Ucrania por parte de Rusia, queremos poner el foco en, quizás, los más olvidados: los niños. Y es que, en cuestión de guerras, el despropósito de la barbarie afecta sobremanera a los más pequeños, arrebatándoles lo más básico para ellos, que no es otra cosa que los derechos de los niños a ser su propia esencia, es decir, a ser niños.
A todos se nos estremeció el corazón al escuchar que uno de los últimos ataques había tenido lugar contra una escuela, con decenas de desaparecidos. No nos podemos olvidar de que, en Ucrania, había en torno a 7 millones y medio de menores. Pese a que se les ha intentado proteger desde el primer momento, hay que lamentar bajas -un total de 225 según el último informe de las autoridades del país-, mientras que otros se enfrentan al hambre y a la incomprensión que acarrea el salir a la fuerza de su casa, de sus hogares, traumatizados por una violencia que no corresponde ni a su edad ni a la vida que, hasta ese momento, habían llevado.
Lejos de sus hogares
Cubrir las necesidades básicas de los más pequeños es un deber de todos, así como un derecho del niño que lleva intrínseco desde el momento en el que llega al mundo, sean cuales sean las condiciones en las que lo haga. Cada 20 de noviembre se conmemora la Declaración de Derechos del Niño de 1959, así como la Convención de los Derechos del Niño de 1989, una efeméride que se celebra cada año con el fin de recordarnos a todos su importancia, y que en esta ocasión se nos ha adelantado en forma de conflicto bélico y sus nefastas consecuencias.
Volviendo a Ucrania, más de la mitad de los niños del país han salido del mismo sin saber si van a poder volver, con la inquietud de quien sabe que ha perdido todo lo que tenía frente a un futuro incierto. Pese a las enormes muestras de solidaridad en todo el mundo, toda ayuda es poca, ya que en otros conflictos hemos visto cómo los niños también son heridos, e incluso explotados. De hecho, la condición de “niños soldados” ha servido para llevar a cabo las más viles acciones forzando a los más pequeños en una situación de máxima vulnerabilidad, puesto que muchos se encuentran huérfanos y sin protección.
Personal humanitario viene advirtiendo precisamente en las últimas semanas de que la salud mental de los más pequeños está en juego, y es que todas las formas de violencia contra los niños ucranianos se estarían multiplicando exponencialmente en el país. Ya al comienzo del conflicto, decenas de miles de menores que se encontraban en hogares de acogida e instituciones fueron devueltos a sus familias de forma precipitada, acarreando situaciones verdaderamente dramáticas, sobre todo para aquellos que cuentan con necesidades especiales.
¿Lo peor de todo? Esto no parece tener un final a corto plazo, y mucho menos feliz…