Los Reyes de España se muestran partidarios de un Gobierno socialista para dar estabilidad a la Monarquía en la Segunda Transición que acaba de comenzar, como hace 34 años lo hiciera Juan Carlos I propiciando la llegada de Felipe González al poder para consolidar la democracia después de cuatro décadas de dictadura franquista. El Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez y apoyado por Ciudadanos cuenta con el aval del Ibex 35, la Banca, Bruselas y Estados Unidos. La negativa de Felipe Vl a que Mariano Rajoy forme Gobierno deja la puerta abierta a su renuncia como presidente del PP y al nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría para dirigir la renovación de los populares.
El líder de la oposición, Felipe González, amenazaba desde su escaño en el Congreso de los Diputados un 30 de mayo de 1982 al presidente Leopoldo Calvo Sotelo que acababa de incorporar a España en la OTAN: “Si por mayoría simple hemos entrado en la OTAN, por mayoría simple saldremos de la OTAN cuando gobierne el PSOE”. El 12 de marzo de 1986 se ratificaba la pertenencia a la Alianza Atlántica tras una campaña socialista en favor de la misma.
El Rey Juan Carlos consiguió que los socialistas una vez llegados al poder, a pesar de su tradición republicana, no sólo dejaran a un lado el antiamericanismo del que habían hecho gala hasta entonces, sino que ratificasen un acuerdo del que habían abjurado años antes y los Estados Unidos pasaran a ser de enemigos ideológicos a sólidos aliados.
La Corona apoya un Gobierno PSOE ante un escenario dominado por el independentismo catalán y el ascenso de la izquierda radical
No fue éste el único giro de 180 grados dado por el PSOE de Felipe González cuando llegó a La Moncloa. No nacionalizaron la Banca como propugnaban los “guerristas”, el ala más radical del partido liderada por Alfonso Guerra, pero sí repartieron empresas emblemáticas entre sus amigos, como los grandes almacenes Galerías Preciados al magnate venezolano Gustavo Cisneros, amigo de González, o regalaron las bodegas Franco Españolas a un corrupto Marcos Eguizabal Ramírez. En la década de los ochenta las comisiones millonarias, la prevaricación y el cohecho sembraron las bases de la corrupción que ha arrasado la vida política en cuatro décadas.
Frenar la calle
En paralelo a la cultura del pelotazo y el asalto a las cuentas públicas, el felipismo liquidaba el movimiento asociativo que había impulsado el cambio, arrinconaba el “guerrismo” al folklore de los mítines electorales, enterraba cualquier atisbo de republicanismo, fortalecía al inexistente sindicato UGT como secante de las Comisiones Obreras comunistas, daba suculentos puestos a dirigentes del Partido Comunista y evitaba que una izquierda cada vez más menguada se echase a la calle.
El PSOE de Felipe González adormeció a la sociedad española y consolidó la Monarquía, con la ayuda de unos medios de comunicación que no se atrevían a cuestionar la figura del Monarca, ni su vida sentimental ni sus negocios a la sombra del petróleo.
La historia se repite 34 años después
Treinta y cuatro años después se repite la historia. Y en esta Segunda Transición que acaba de iniciarse, la Corona necesita al PSOE para consolidarse ante un escenario mucho más inestable: corrupción de los partidos en el poder, desafío independentista de Cataluña, empobrecimiento de la sociedad española, deterioro galopante de las prestaciones sociales y la llegada de una generación de jóvenes con un horizonte de futuro abocado al subempleo… todo ello ha dado como resultado una nueva izquierda, nucleada alrededor de Podemos y sus franquicias nacionalistas.
El enfado y cabreo sordo de la sociedad española en su conjunto y la irrupción de una izquierda radical y republicana, colocan en una difícil situación a la institución monárquica de la que sería conscientes los Reyes Felipe y Letizia.
Barómetro cocinado
La izquierda podemita está varios puntos por encima del porcentaje recogido por el CIS en el barómetro “cocinado” de enero. En vez del 21,09%, el partido liderado por Pablo Iglesias estaría cerca del 28% en intención de voto. Es decir, superaría al PSOE y estaría pisándole los talones al PP. Estos datos han sobresaltado a los grandes poderes. Tanto es así que repetir las elecciones supondría la práctica liquidación del PSOE absorbido por Podemos.
Con este panorama, la Corona vuelve a echar mano del PSOE, como hace 34 años lo hiciera el Rey Juan Carlos. En esta ocasión para que los socialistas formen Gobierno con Ciudadanos, en un intento de frenar a Podemos y su tsunami republicano.
La reunión de Felipe VI con Rajoy tuvo palabras gruesas ante su negativa a que Sánchez formase Gobierno
Esta era la operación que el pasado 23 de enero Mariano Rajoy quería desbaratar con su empecinamiento de presentarse a la investidura bajo el argumento de que el PP ha sido el partido más votado y a él le corresponde formar Gobierno, aunque sea en minoría. La reunión de Felipe VI con Rajoy tuvo palabras gruesas, según ha podido saber mil21.es en medios cercanos a La Zarzuela.
El Rey es partidario de que Pedro Sánchez forme Gobierno con el apoyo de Albert Rivera y la abstención del PP, señalan los citados medios. Un Gobierno socialista del que quedase excluido Podemos ofrecería una doble garantía: estabilidad social y estabilidad de la Corona, subrayan las citadas fuentes.
Los consejos de Letizia
En la decisión de Felipe VI han sido determinantes los consejos de Letizia, quien como periodista tiene una visión más pegada a pie de calle, fruto de su instinto y conversaciones con su círculo de amigos en su mayoría profesionales de la comunicación. Su sentido más crítico sobre lo que sucede en España contrasta con las opiniones de los cortesanos de Zarzuela que tienden a dar al Rey una visión de la realidad más edulcorada para no incomodarle.
Un Ejecutivo socialista apoyado por Ciudadanos y el PNV cuenta con el apoyo de los grandes centros de poder: Ibex 35, Banca, instituciones europeas y Estados Unidos. Poderes que le han enviado mensajes a Pedro Sánchez para que se distancie de Pablo Iglesias y negocie con Ciudadanos; y a Rivera para que no rompa la negociación con el PSOE.
En este sentido es significativo que el principal negociador del equipo socialista sea José Enrique Serrano (66 años), un hombre de la máxima confianza de González y Rubalcaba, que fue jefe del Gabinete de Presidencia con Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
Mientras tanto, el PP se enfrenta a una renovación total que pasaría por la renuncia de Rajoy y el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como Presidenta del partido con la misión de preparar un congreso de catarsis en el que toda la vieja guardia sea barrida si los populares no quieren seguir los pasos de la UCD de Suárez.