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El estado del estado (111): La verdad (XXXVI)
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El estado del estado (111): La verdad (XXXVI)

Por Carlos González
domingo 11 de julio de 2021, 08:00h

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Al avanzar nuestro estudio, y una vez comprobados los efectos de la expansión constante, la segunda ley de nuestra formación física es la Ley de la Identidad. También podemos y debemos denominarla, Ley de la Estructura. ¿Por qué ese nombre?

Porque es la que determina, y por ello nos proporciona los mejores conocimientos de por qué cada voluntad autónoma, en la naturaleza, es como es y se ha constituido de esa manera. Esta ley es la que determina su estructura. Yony nos dice que busquemos el fundamento de unas y de otras leyes y sabremos mucho más de cómo funciona el mundo del que formamos parte.

Hoy ya sabemos que cuando la reproducción se produce por métodos sexuales, es decir, la unión de dos seres distintos con sus pares de cromosomas, todo ser nuevo que viene es totalmente único y no hay dos iguales. Esto mismo de forma general se da en toda la tabla periódica. Cada elemento se ha producido con unas temperaturas, presiones y condiciones de interacciones de las fuerzas de la física, distintas. Y por ello su Identidad y su Estructura es como es. Para analizar ambas definiciones no tenemos más que retroceder y analizar su proceso de formación y extraeremos los conocimientos de cómo está formado y qué es lo que le estructura.

El primer gran principio derivado de esta ley es el de Existencia. Una parte autónoma en la naturaleza existe porque ejerce influencia en los demás. Son las otras partes que interactúan con ella las que, al notar sus efectos de competencia, oposición y confrontación, dan fe de la existencia de esa parte que ha pasado a ser autónoma porque dispone de su Núcleo de poder e irradia fuerza hacia el exterior. La defensa de su posición influye en su entorno. Decía Wittgenstein que: “Una voluntad es una toma de posición frente al mundo”. Esa parte comienza a adoptar sus propias decisiones defendiendo única y exclusivamente sus intereses y lo hará en función a dicha posición que ocupa.

El segundo gran principio es el de Estructura. Ya ha quedado claro que cada parte se forma en función a las circunstancias que influyeron en su nacimiento y en las interacciones que sufrió en su desarrollo inicial, estas serán las que determinen que órganos internos, en qué proporción y con qué dominio interior ejerce cada elemento que la forma. Un árbol es el resultado de su propia carga genética en la semilla, pero también del clima en el que nace, de los predadores que le atacan, herbívoros, insectos, roedores, cuevas de otros predadores, podas de los humanos, y así hasta un sin fin de influencias externas que serán las que determinen su estructura única y determinante.

Esta ley, y sus principios, lo que nos dicen con conocimientos científicos, es que son las otras voluntades que, guiadas por el mismo principio inicial para todas, La expansión Constante, las que, a través de la confrontación y competencia constante, obliguen a cada parte a expandirse o replegarse en cada momento. A ser más dura o más blanda, más larga o más corta, más grande o pequeña, y todo ello en función a cómo reaccionó en la competencia con los demás. Apreciaremos, porque quedarán marcadas en su estructura, sus derrotas y sus victorias, sus éxitos y sus fracasos. Cada parte, según la vida que ha llevado, esta determinará cómo quedará estructurada y podremos leerlo en todas y cada una de las partes o apartados que la forman, y que le proporcionan esa Identidad única.

El tercer principio es el de La posible Destrucción de la parte. Es obvio que si una parte autónoma en la naturaleza aún sobrevive es porque aún no ha sido destruida. Al final todos seremos destruidos, todos moriremos, si seguimos en nuestra posición es porque las condiciones aún nos son favorables y todo ello nos proporciona una ingente cantidad de conocimientos de esa parte y de las condiciones generales en su totalidad.

En función a las fuerzas que le presionan, una parte percibe los peligros y trata de reaccionar para no ser destruida, porque sigue imperando en ella –y en todas- la ley de la expansión constante. Todos queremos seguir sobreviviendo y por ello, en la medida que se puede ser consciente y se dispone de resortes de reacción, cada parte trata de apartarse de las situaciones que le pueden llevar a dicha destrucción. También podemos y debemos estudiar, una vez que ha sido destruida, qué fue lo que le llevó a dicha desaparición. Cuáles son los límites que no puede traspasar, por qué la destruyen, lo cual nos proporcionará, de nuevo, una gran cantidad de información.

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