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Vacunas: inútiles y mortales

viernes 04 de junio de 2021, 10:43h

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La vacunación masiva se ha transformado en un significativo programa del capitalismo industrial, siempre aliado al Gran Leviatán, las dos gigantescas cabezas de la Hidra de Lerna. Y siempre a pesar del prisma erróneo y reduccionista que sostiene todo el criminal andamiaje y a pesar de la ausencia total de estudios apropiados sobre la seguridad y eficacia de las vacunas.

Vacunas, ineficaces: mucho poder, mucho dinero

Vacunas, primer punto. Nunca curaron nada. Las mejores higiénicas y alimentarias en cualquier población las hacen absolutamente innecesarias. Ineficaces, pues. Y letales. La vacunación se ha considerado la solución milagrosa para los habitantes de la sociedad industrial contagiados por enfermedades infecciosas, ello a pesar de los efectos muy perjudiciales de estas vacunas que en muchas ocasiones son infinitamente peores que los de la propia enfermedad que buscaban evitar. Y que el sistema tecno-industrial sostenido por ellos habían generado. Muchas han sido las campañas de vacunación forzosa y obligatoria que han tenido resultados nefastos. Mucho crimen, pues.

Dos ejemplos, viruela y poliomielitis. La “erradicación” de la viruela y la (casi) desaparición de la polio no se puede atribuir a las vacunas ya sea exclusiva o principalmente. Ningún estudio científico mínimamente riguroso ha respaldado que las vacunas sean las responsables de la disminución de las enfermedades. Los efectos combinados de determinantes sociales y ambientales fueron las causas más probables de la disminución de estas enfermedades infecciosas.

El uso de las vacunas (entre las que se incluye el matarratas transgénico “acabará” con la supuesta covid-19) es impulsado por intereses, económicos y científicos y no por la salud de los habitantes de nuestro tenebroso mundo presente. Sin embargo, lo que sí está perfectísimamente demostrado es que la extensión de la inmunidad natural y las mejoras de las condiciones de vida – como las antes citadas- suponen una considerable reducción de las enfermedades infecciosas.

Vacunas, letales efectos adversos

Las vacunas producen efectos perniciosos agudos y crónicos (desde parálisis, hasta reacciones alérgicas y convulsiones que pueden llevar a la muerte) y que probablemente tienen el efecto de demorar la disminución de las enfermedades infecciosas. Contraproducentes, pues. Obtienen, buscándolo con ahínco, valga la aparente paradoja, aquello que dicen “curar”.

La aparición de cepas de microorganismos muy virulentos junto a la interrupción de la inmunidad natural de la población son las principales consecuencias de la vacunación. La arraigada creencia en el imaginario popular de que la vacunación obligatoria ha erradicado enfermedades infecciosas ha permitido que la totalitaria y liberticida tecnocracia reclame falaces y babosas “razones humanitarias” para la vacunación ocultando su genuino plan: el control total planetario y la maximización de beneficios. Poder (genocida) y guita. Muy originales.

Los militares siempre están detrás de lo peor

La salud, vinculada a diversas organizaciones y fundaciones filantrópicas detrás de las cuales se esconden suculentos intereses económicos, científicos y políticos. Poder, en definitiva. Mareante y avasallador poder. La parcial y afortunada desestructuración de los sistemas estatales de salud, y su consiguiente privatización, emprendida por el capitalismo en la primera década de este siglo, ha acelerado en gran parte la participación de estas fundaciones en los diversos ámbitos de la salud.

Al mismo tiempo la preocupación mundial por la amenaza del bioterrorismo ha vinculado el sector de la salud con el de la seguridad nacional e internacional, así hemos visto como en los últimos tiempos las fuerzas militares se movilizan regularmente en respuesta a desastres sanitarios (bajo el embozo humanitario hemos visto intervenir a la Unidad Militar de Emergencias, UME, en diferentes partes del territorio nacional ante la situación generada por la falsa pandemia), también hemos visto la colonización de diferentes países mediante operaciones militares con la excusa de “razones humanitarias y sanitarias”. Nada cambia.

Los “filántropos”: juas

Detrás de estas organizaciones y fundaciones que se esconden bajo el antifaz de la filantropía encontramos tanto a miembros de instituciones estatales como a los gestores de grandes multinacionales, multimillonarios, tecnócratas, científicos. Y largo etcétera. En otras palabras aquéllos que gestionan y dominan nuestras vidas.

Están desarrollando el proyecto del Gobierno Mundial de la Salud, es decir, la sumisión total bajo el pretexto de la salud. Imponiendo una estrategia basada en una patologización de la sociedad, una sociedad ya hondísimamente enferma por la devastación tecno industrial, ahora en mano de tecnócratas que nos querrán manduquear bajo la excusa de la salud. Creando el miedo a través de la enfermedad, obteniendo innúmeras legiones de hipocondriacos, han conseguido crear la hoja de ruta mundial en cuestiones de salud. De destrozo definitivo de la salud, traducción exacta.

Así vemos como gran cantidad de estas organizaciones filantrópicas han colonizado, en una suerte de neo-imperialismo sanitario, diversos países de África y América del Sur acompañadas de la USAID (la agencia de los EEUU para el desarrollo Internacional), desarrollo y progreso para someter a aquellas sociedades no lo suficientemente civilizadas, parafraseando al Presidente de la fundación Bill y Melinda Gates nada mejor que profesores y médicos para domesticar a aquellos que todavía se resisten a ser democratizados. A aquellos que como diría Bernard Charbonneau “ya no pueden ser primitivos pero quieren seguir siendo bárbaros”.

Gates, el genocida, desde luego

El apoyo de Bill Gates, el segundo hombre más rico del mundo, según Forbes, a este proyecto de dominación y domesticación mundial, bajo coartada sanitaria, ha sido especialmente significativo. Su fundación está ahora a la vanguardia de este proyecto. La omnipresente Fundación Bill y Melinda Gates (FBMG) es, con diferencia, la fundación privada más grande del mundo. La mayoría de sus actividades están dirigidas a la población de los países que han sido colonizados por el imperialismo, donde su misión consiste, supuestamente, en “ayudar” a la anticoncepción y luchar contra las enfermedades infecciosas. Esta fundación está formada por una compleja red de “organizaciones asociadas” que incluyen organizaciones sin ánimo de lucro, agencias gubernamentales y empresas privadas.

Bill Gates decide los planes y proyectos de la Organización Mafiosa de la Salud ya que desde la reciente retirada de Usa es el principal financiador de esta organización al igual que de la ONU (que también es financiada por Rockefeller).

Ambas, la ONU y la Organización Mafiosa de la Salud son las responsables en materia de sanidad en el mundo. Ambas son dirigidas por gente tan despreciable como Bill Gates y Rockefeller. Entonces, qué podemos esperar entonces de aquéllos que quieren dirigir nuestras vidas basándose únicamente en la maximización de beneficios, una deplorable codicia y un demente afán de poder omnímodo. La ONU y la OMS, bajo excusas humanitarias, colonizan mercados, territorios y a la población. Rockefeller y Gates obtienen como consecuencia del saqueo y la explotación enormes beneficios. Y, en el ínterin, poder, control, reducción y sustitución poblacionales. Y mutaciones antropológicas.

En fin.

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