Cierta normalidad por dos razones, porque me toca esperar si esa ruleta rusa de los efectos secundarios no me toca a mí y porque todavía el resto de nuestra sociedad dista aún mucho de llegar a la inmunidad de rebaño.
Toca por lo tanto seguir siendo solidario con los demás, cuidándome y cuidando, porque contra este virus cruel sólo existen dos maneras de combatirlo, la vacuna y la sensatez y responsabilidad institucional y social. Una responsabilidad colectiva.
Pero no puedo negar que al ir inyectándose la vacuna en mi brazo izquierdo, al mismo tiempo entraba una dosis enorme de tranquilidad.
Porque sí, digan lo que digan los negacionistas, o quienes ponen en cuestión las vacuna, estas aportan tranquilidad y son las que con el tiempo nos traerán la normalidad tan añorada.
Es curioso que al mismo tiempo que entraba en mí, el alcalde de Pamplona anunciaba la suspensión por segundo año consecutivo de los Sanfermines 2021.
Es una medida responsable y sensata, porque para principios de Julio aún no podremos disfrutar de unas fiestas tan interactivas con seguridad. Ya tendremos tiempo de hacerlo los años que nos quedan por vivir y para eso necesitamos salir de esta.
Ahora desde este escrito quiero seguir animando a los poderes públicos, gobierno del Estado y de las Comunidades Autónomas, a que sigan haciendo un esfuerzo inmenso para que con la mayor rapidez haya millones de personas como yo.
Se necesita en primer lugar que nos vengan cuantas más dosis mejor y después que tengamos toda la infraestructura sanitaria activada para ponerlas con la mayor rapidez posible.
Para ello debemos de dejar de desgastar fuerzas en peleas estériles. Cuando la política colisiona con el proceso de vacunación quien lo provoque está cometiendo un delito de negligencia criminal y este comentario tiene nombres y apellidos.
Especialmente uno, Isabel Díaz Ayuso, que con su actitud irresponsable está poniendo en peligro la lucha contra un virus que provoca mucho daño y numerosas muertes.
Basta ya señora Ayuso, basta ya de utilizar vilmente todo lo que tiene que ver con la pandemia como arma de destrucción masiva, como instrumento para lograr rédito electoral y desgastar a sus oponentes.
No se imagina usted el daño que está provocando a la ciudadanía de Madrid y también a la del resto de España.
Ya estoy vacunado, el paisaje que veo después es mucho más bello. En el viaje hasta mi casa veía los campos de la cuenca de Pamplona mucho más verdes y luminosos a pesar de la lluvia.
Como final, desde estas líneas vuelvo a lanzar el mensaje de que nadie puede ni debe renunciar a estarlo también, que aún queda un tiempo más para seguir actuando con sensatez y solidaridad.
Vacunas, vacunas, vacunas, después más vacunas, aderezadas de actitud solidaria.
Veremos…