Nos importa mucho la imagen pero hay una realidad que se ve. Y eso que se lo digan a la "gran Alemania" que tanto se pone como ejemplo, pero tal vez deberíamos a estas alturas preguntarnos: ¿ejemplo de qué? Dónde está su transparencia, rigor y honestidad si la justicia alemana ha desestimado la petición de unos familiares resolviendo que no era competencia de la aerolínea ni de su escuela detectar el estado mental de sus empleados y con esto nos estamos refiriendo al caso de Germanwings que hace cinco años fue estrado uno de sus vuelos en los Alpes Franceses por un chiflado copiloto. Este loco absoluto pasó todos los controles estando de baja laboral y en tratamiento farmacológico pero ese día fue a trabajar y tampoco nadie comunicó a las autoridades aeronáuticas la depresión que sufría.
La compañía no sufrió, dado lo sucedido posteriormente, grandes contratiempos ni en el plano económico ni reputacional. La clase política tampoco se vio afectada ni el sistema sanitario.
La "justicia" estimó que fue un accidente y no una intención deliberada de destruir, que fue lo que realmente sucedió porque estaban en juego cuantiosas indemnizaciones.
Cada país, cada persona, esconde sus deyecciones en forma de que no se vean y esto es una actitud cobarde porque todos nacemos de la misma forma y moriremos finalmente.
Así que detritus hay por doquier y nadie, ninguna persona ni país, ni lugar es modelo de nadie.