A raíz de mi artículo de ayer, titulado "O confinamos radicalmente 5 semanas..., o puede que hasta 2024 no vuelva la "normalidad"", he recibido una serie de ataques contra mi persona, a los que tampoco voy a prestar más atención de la que se merecen, y que en éste artículo voy a intentar contestar en general, para que todos ustedes se den cuenta de que han habido diversas maneras de enfrentarse a la pandemia del Coronavirus. Para ello les propongo a todos ustedes un simple ejercicio, en el que les iré guiando paso a paso para que no se me pierdan por el camino. En primer lugar, entren el apartado de "Cumulative confirmed COVID-19 cases", de la página "Our World in Data", y pongan en Country name, Andorra. (Para los menos expertos, les dejo el link aquí, gracias).
A continuación añadan a nuestros países vecinos, España y Francia. (Para los menos expertos, les dejo el link aquí, gracias). El gráfico que les saldrá, es éste...
Podemos comprobar que nos salimos, pero bueno, algunos les intentarán convencer de todo lo contrario... Añadamos ahora países tan exóticos como Australia, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwan y Vietnam. (Para los menos, expertos les dejo el link aquí, gracias). El gráfico que les saldrá es el siguiente...
Cualquiera de ustedes se puede empezar a preguntar, ¿qué países se han enfrentado a la pandemia del Coronavirus con más éxito? La respuesta se la pueden dar ustedes mismos. Cambiemos el concepto, y pongamos el de "fallecidos". (Para los menos expertos, les dejo el link aquí, gracias). El gráfico que les saldrá, es éste...
Cualquiera de ustedes se puede empezar a preguntar, ¿qué han hecho esos países para estar, aparentemente, muchísimo mejor que nosotros? Puede que esos países, algunos de ellos con muchísima experiencia en el control de pandemias, hayan realizado un enorme esfuerzo y trabajo, sobre todo entre su población, para intentar controlar la pandemia del Coronavirus. Puede.
Puede que en esos países el bienestar del "colectivo" sea más importante que el bienestar del "yoismo". Puede.
Puede que ésa capacidad de esfuerzo y sacrificio se haya centrado en una grandiosa capacidad de rastreo, en una correcta gestión de los brotes, en que quizás hayan controlado las fronteras y en que sus gobiernos a lo mejor han dado un total apoyo económico y asistencial. Puede.
Puede que ante un solo caso positivo en una ciudad, Perth, se confine radicalmente toda un estado, Western Australia, si hace falta. Puede.
Puede que sus gobernantes hayan antepuesto la sanidad a la economía, y puede que hayan priorizado la vida de sus conciudadanos al "intentar salvar" las navidades, los carnavales, la semana santa, el verano y los puentes de no sé qué. Puede.
Puede que a ellos no les haya hecho ninguna falta aprender nada de la "primer ola", ni de la "segunda ola", ni de la "tercera ola", porque supieron atajar de raíz el problema. Puede.
Puede que los epidemiólogos asiáticos sepan que en el largo plazo siempre es más efectivo realizar un confinamiento severo, aunque sea dañino para la economía a corto, y puede que los economistas de ésos países sepan que es la duración de la pandemia lo que más daña a la economía de los países. Puede.
Puede que en esos países tengan "estadistas", que no "políticos", que piensen en las próximas generaciones y no en la próximas elecciones. Puede.
Puede que en esos países se nieguen en redondo a seguir contando fallecidos entre los suyos, y que sus gobernantes y habitantes hayan entendido lo que es el "miedo", y que también ha sabido expresar la internista Amparo López Bernús en su escrito, que transcribo literalmente:
"Miedo en los ojos de los pacientes a través de las mascarillas. Es lo que más angustia me crea de esta pandemia que nos ha tocado vivir.
Muchos, demasiados, han sido los momentos en los que he visto ese miedo en sus ojos. Algunos te lo dicen. Otros, ni siquiera pueden expresarlo. Esa mirada comienza cuando en Urgencias le dices que tiene una neumonía por coronavirus y que tiene que ingresar en planta porque de momento necesita oxígeno. Se enfrentan a esa información solos, sin familia. A una enfermedad que ha ocasionado 80.000 muertos en España y por la que ellos ahora están ahí: con fiebre, tos, ahogo... ¿Entonces los pulmones están muy mal? ¿Pero serán pocos días, no?, dicen con voz entrecortada y esa mirada... Esperando tu respuesta: “Tranquilo, todo va a salir bien”, respondes mientras le das la mano que te aprietan sin darse cuenta.
Tengo cierta incapacidad para recordar momentos del último año, probablemente como mecanismo de defensa, pero tengo episodios de “flashback”, imágenes que vuelven sin quererlo: María, 43 años, ingresada desde hace 10 días con neumonía bilateral. Entro de guardia y me dicen que la vigile, que la evolución es regular desde ayer porque han aumentado los requerimientos de oxigeno y la radiografía ha empeorado mucho.
-“¿Cómo estás María?”.
- “Regular, me fatigo y tengo mucha tos desde ayer”, responde.
-“Vamos a empezar los pronos. Te voy a poner boca abajo y así vamos a intentar aguantar”. Llamo a su marido: “La situación se complica, está empeorando puede que tenga que ir hoy a UCI”.
Vuelvo a la planta, no hay mejoría: “María, voy a llamar a la UCI. Van a venir a verte porque puede que te tengamos que llevar allí, necesitas más oxigeno”. Otra vez esa mirada. Sus ojos por encima de la mascarilla. Miedo. “¿Pero me tienen que poner el tubo por la boca?”, pregunta. “Probablemente, pero tranquila, para eso te dormiremos”.
Le doy la mano y aprieta. Empeora. Llegan mis compañeros de UCI “María te vamos a llevar a UCI. Necesitas que te intubemos”. Me mira con ahogo. Empieza el traslado, “¡Vamos! ¡Rápido!, ¡Se empieza a desaturar!”, se oye.
-“¡Llama a mi marido por favor, tengo una niña de 6 años!”.
Esos ojos, esa mirada. Miedo".
Intenten ser felices.