O sea que lo hace sabiendo por ejemplo, que hay mucha gente que cree en un ser superior que llaman Dios unos, Alá otros, o Buda otros cuantos.
Llega y escucha por aquí y por allá que ha muerto Dios y el sobresalto que sufre es descomunal.
Pero no, no ha muerto Dios, solo ha muerto un futbolista, mortal que ha quedado claro, que se llamaba Maradona.
Un jugador de fútbol muy bueno, no sé si el mejor, porque para mí Di Stéfano y Pelé le superaron, desde luego como personas, mucho más centradas y sin tantos escándalos.
Pero es que este mundo loco, líquido según Bauman, valora mejor a los malos que a los buenos, a los infractores que a los que cumplen, a los pacíficos que a los violentos.
Me gusta mucho el fútbol pero no, Maradona no era dios, era apenas un buen jugador de fútbol, nada más y nada menos en un mundo repleto de forofos.
Ver ayer las imágenes de Buenos Aires a las puertas de la famosa Casa Rosada, precisamente esa que fue habitada por crueles dictadores, me produjo una inmensa pena.
Conocía que los argentinos son muy dados a los excesos, pero no imaginaba que llegarían tan lejos.
He visitado ese país debido al psicoanálisis, pero como me decía un primo de los Úriz de Chile, “si el argentino trabajara todo lo que habla serían los líderes de Latinoamérica, pero como eso lo hacemos nosotros la lideramos los chilenos.”
Hablan, gritan, cantan, lloran y lamentan, por una persona mediocre tirando a lamentable como Maradona.
Esos ataques de histeria, esa violencia desbordada, esa absoluta locura incomprensible, ha acabado por sacar lo peor del ser humano.
No, Maradona no fue dios, ni siquiera tuvo un comportamiento respetuoso y correcto con las mujeres que pasaron por su vida y eso no podemos ni debemos olvidarlo
Resulta paradójico que haya muerto precisamente un 25 de Noviembre, “Día Internacional contra la violencia sobre la mujer”.
No ha muerto un científico de altura que haya descubierto la vacuna contra el Sida o la Covid-19. Tampoco un escritor o poeta de relevancia, ni un cineasta, pintor, arquitecto, filósofo, ni siquiera un político ilustre; ha muerto un futbolista.
No, Maradona no fue dios, sólo fue un hombre lleno de imperfecciones y vicios con una vida poco ejemplarizante, que jugó bien con una pelotita, sólo eso. No exageremos.