Escribió John Authers que la noticia de la vacuna de Moderna debería, al menos, ser tan importante como la de Pfizer, pero no lo fue para las bolsas que llegaron a máximos históricos con la de Pfizer pero luego se enfriaron y no parecen haber reaccionado con la segunda vacuna, más bien parecían desilusionados, y es que empiezan a encontrarse con que los políticos se han enamorado de los confinamientos y no los dejarán fácilmente.
Las acciones de Moderna subieron más de 400% en lo que va del año, pero las de Tesla ganan más de 600%. Días atrás, S&P Dow Jones Indexes anunció que la empresa de Musk será incluida en su principal índice accionario en Wall Street, el S&P 500, el próximo mes, convirtiéndose en la empresa más grande jamás admitida en términos de capitalización de mercado -lo que valen todas sus acciones cotizadas- que ronda los 500.000 millones de dólares superando a General Motors, Ford, Fiat Chrysler, Honda y Volkswagen sumadas aunque no produce ni la centésima parte de los vehículos que producen estas marcas.
Solo el aumento de la capitalización al conocerse la noticia de su inclusión fue de unos 50.000 millones de dólares, mientras que la capitalización total de Moderna, después de toda la emoción, es de 39.000 millones de dólares. Es decir, el comité de selección del S&P 500 ha logrado crear más valor de mercado al agregar a Tesla a un índice que el equipo de científicos de Moderna al inventar una vacuna.
Muchos vienen augurando desde hace meses el desplome de Tesla, es que no comprenden que, así como los consumidores no valoran los precios por el costo que tiene el producto para el empresario sino por lo que a cada comprador le conviene, quienes compran acciones tampoco se interesan por los balances de las empresas, sino que compran cuando intuyen que esa acción tiene potencial para subir, por distintas razones.
A muchos les gusta hablar de “expectativas”, pero se parece más a “esperanza” porque las expectativas hacen referencia a la previsión de que el balance de la empresa se superará en el futuro, mientras que la esperanza hace referencia a que unas ideas claras, progresistas, con avances importantes y un liderazgo firme pueden obtener logros hoy impensables.
Y Elon Musk es uno de esos líderes que, aún lejos de ser perfecto -en otra oportunidad podría escribir críticas importantes-, entre otros tantos logros, tuvo la audacia de desafiar, y ganarle, a las cuarentenas, esa violación al derecho humano a la libertad, a vivir la propia vida, a la natural inclinación del hombre a ser libre y trabajar. Luego “privatiza” la carrera espacial con su empresa SpaceX, haciéndola mucho más eficiente y abriéndole a la humanidad el panorama del infinito universo.
Así, Musk ganó 7.200 millones de dólares en un día y se convirtió en el segundo hombre más rico del globo con una fortuna de 127.900 millones, agregando 100.300 millones de dólares a su patrimonio este año. Dejando atrás al tóxico Bill Gates, al que llamó “cabeza hueca”, que desde que ha dejado de trabajar pareciera dedicarse a crear pánico augurando el fin del mundo.
Elon Musk, está escribiendo la historia del futuro...
*Asesor Senior en The Cedar Portfolio y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California