El informe, titulado 'Proteger el medio rural es protegernos del fuego. Hacia paisajes y población resilientes frente a la crisis climática', analiza las consecuencias del deterioro rural en la evolución de la superficie forestal.
Greenpeace abre este año una línea de trabajo específico para demandar el fortalecimiento del mundo rural como vía fundamental para enfrentar los impactos presentes y futuros de la crisis climática.
Este informe, desde la perspectiva del riesgo de incendios debido el abandono rural, es una primera pieza informativa de una serie con la Greenpeace analizará la vulnerabilidad y las oportunidades desde distintos ámbitos, trazando una hoja de ruta para que España haga frente a los actuales desafíos medioambientales.
PAISAJES MÁS VULNERABLES
Desde 1962 hasta 2019 se han abandonado prácticamente cuatro millones de hectáreas de tierras de cultivo en España, lo que se ha traducido en un aumento de superficie forestal, según Greenpeace.
De hecho, España es, tras Suecia, el segundo país con más superficie forestal de la UE. No se trata sólo de bosques, sino de una masa forestal continuada, abandonada (el 81,52% de la superficie forestal en España no tienen un instrumento de ordenación forestal) y vulnerable.
El informe indica que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha confirmado, entre otros fenómenos, el incremento de las olas de calor y el agravamiento de las sequías, lo que determina el estado de lo que, en la ecología del fuego, se denomina 'combustible', es decir, de la materia vegetal susceptible de arder.
"España es el segundo país con más superficie forestal de la UE y, sin embargo, hay dos terceras partes en riesgo de desertificación. Esto no son mensajes antagónicos. El abandono de tierras de cultivo y la falta de gestión de masas forestales, ha derivado en un paisaje altamente inflamable. Si ese paisaje no lo gestionamos, lo hará el fuego de manera devastadora", explicó Mónica Parrilla, responsable de incendios en Greenpeace España.
Entre 1970 y 2018 hubo más de 628.000 incendios forestales en España, que arrasaron más de ocho millones de hectáreas. "Se trata de un problema social que, en los últimos años, se ha convertido en un problema de seguridad nacional", apunta Greenpeace.
Para reducir la vulnerabilidad, Greenpeace aboga por reducir el riesgo de ignición (el 95,08% de los incendios forestales son provocados por el ser humano, de los que el 52,70% tienen un carácter intencionado) y el riesgo de propagación (al no haber discontinuidad en las áreas forestales, un simple rayo, la caída de una línea eléctrica o la chispa producida por una radial pueden generar fuegos rápidos y agresivos de difícil control).
"Para conseguir un paisaje resiliente ante grandes incendios forestales, se necesita dinamizar el medio rural, de manera que fije las personas en el territorio. Un paisaje en mosaico agroforestal, vivo, con actividades vinculadas a un sector primario altamente arraigado al territorio, es un paisaje más resiliente a los grandes incendios forestales, al cambio climático y también a la pérdida de biodiversidad”, añadió Parrilla.
POBLACIÓN RURAL
El mundo rural empleaba a más de cuatro millones de personas en la década de 1960 y actualmente no supera los 900.000 puestos de trabajo. La población ocupada en el sector primario se ha reducido un 82%, al pasar del 36,3% en 1964 al 3,98% en 2019.
Aunque las unidades de ganado en la ganadería industrial casi se han triplicado, las explotaciones son hoy menos de un 10% de lo que eran en los años 60. Para Greenpeace, las soluciones para el desarrollo rural vacían los pueblos y los convierte en "fábricas de producción insostenible", puesto que se ha generado una población rural más envejecida y masculinizada.
"Cuidar los pueblos es cuidar nuestros montes y cuidar de las ciudades. El medio rural necesita y puede ofrecer soluciones ambiental, social y económicamente sostenibles que necesitamos. Representa una oportunidad ante la emergencia climática y debemos alejarnos de la visión urbano-céntrica que entiende lo rural como algo ajeno y lejano. Consumir productos sostenibles implica reconectar con nuestros pueblos, asegurar la gestión de nuestros bosques y reducir la vulnerabilidad ante los incendios forestales”, apuntó Parrilla.
Para reducir los incendios de alta intensidad, Greenpeace apuesta por abordar la emergencia climática reduciendo las emisiones de los gases de efecto invernadero; mejorar la gestión forestal teniendo en cuenta el contexto de cambio climático con una selvicultura preventiva y aterrizada en una estrategia nacional para la gestión de las masas forestales, e invertir para la creación de comunidades resilientes, capacitándolas y fortaleciéndolas ante la emergencia climática.