Durante su comparecencia en la comisión de reconstrucción del Congreso afirmó que, si la desescalada “continúa como hasta ahora, se mantiene el control de la pandemia y se va reactivando la demanda mundial, todo apunta a que la economía se irá recuperando paulatinamente” como preveía el Gobierno.
En la fase de desescalada abogó por continuar en línea con lo realizado en las últimas semanas, garantizando la liquidez, apoyando a las empresas, facilitando trámites y eliminando barreras, impulsando la innovación y las startups, protegiendo el empleo y reforzando los sectores clave como son el turismo, automoción y comercio.
Calviño apeló a la unidad de los grupos parlamentarios porque defendió que el país necesita pensando ya en el futuro también un ‘plan de inversiones y reformas’ que incluya proyectos tractores con gran capacidad de transformación y modernización de la economía y de la sociedad.
Según detalló, su actuación debería centrarse en seis grandes ejes y pactos: la transición ecológica y desarrollo de la economía verde, el emprendimiento y la transformación digital, el empleo y la apuesta por la formación profesional, la ciencia para incrementar la inversión pública y privada en I+D+i, un refuerzo de los servicios públicos y medidas en favor del campo, el sector agroalimentario y contra la despoblación.
A su juicio, “no podemos permitirnos no abordar ahora las reformas necesarias” para dejar un modelo de crecimiento más sostenible y más justo, “por justicia intergeneracional y por responsabilidad”.
Al respecto incidió en la necesidad de retomar también la senda de reducción fiscal cuando la economía se recupere, ya que las medidas articuladas ahora para ayudar a familias, empresas y trabajadores comprometen unos recursos que subirán el déficit por encima del 10% del PIB y el peso de la deuda pública más allá del 115%, algo que puede suponer “una carga para las generaciones futuras que puede lastrar su futuro” si no se reconduce después.