El Gobierno tiene miedo
sábado 23 de mayo de 2020, 17:32h
Pedro Sánchez ha respondido, aparentemente, a la primera manifestación en el estado de alarma con una intervención televisiva, inesperada, tras su acuerdo con los herederos de ETA, el sainete de la derogación -o no- de la reforma laboral y el aluvión, de demandas judiciales, por sus negligencias y mentiras.
El Presidente, vestido con casi una corbata de luto y visiblemente encogido, ha demostrado su miedo. Nos ofrecen las carísimas bobadas del CIS para “conformar la opinión pública”, pero las encuestas reales (que también pagamos nosotros), son otra cosa y les han asustado.
Sus datos son demoledores: la opinión pública le acusa, directamente, de la nefasta gestión de la crisis sanitaria que ha causado más de 37.000 muertos. Sánchez no es fiable para la mayoría de los españoles (incluido un significativo porcentaje de los propios votantes socialistas) que además, sospechan de los negocios turbios alrededor de la pandemia (que no ha recogido ninguna tv) y sus beneficiarios. Por otra parte, los ciudadanos perciben la terrible crisis económica y señalan al Ejecutivo como incapaz de afrontarla.
Este Gobierno tenía planes para alargar el estado de alarma hasta el verano, usar la pausa de julio y agosto para gobernar vía decreto (con el control de la Mesa del Congreso) y proceder a la transformación de nuestra democracia (alteración del sistema de votación, alteración del censo, remodelación del poder Judicial, control de los medios de comunicación y las redes...) hacia una de tintes bolivarianos.
Sin ningún escrúpulo, ni la menor consideración a la verdad, ha ido prometiendo logros a comunistas, separatistas y demás ralea para avanzar en esa senda totalitaria, con soltura de trilero. Pero engañar a tantos y tan dispares no permite mantener los platillos en el aire y a veces se ve la bolita. El Ejecutivo está descomponiéndose y las fisuras son visibles, no solo entre Podemos y PSOE, sino en las filas de ambos y de sus socios de investidura.
Su margen de maniobra se está estrechando peligrosamente. Más de la mitad de los españoles ven peligrar su trabajo. Ese porcentaje aumenta, radicalmente, en el caso de autónomos y pequeños empresarios. Todos señalan las mentiras, las maniobras erráticas y el desconcierto del Gobierno.
Esta es la base del éxito creciente de las muestras explícitas de rechazo, de la población que ha dejado de aplaudir y hace cada vez más evidente su protesta con cacerolas. El éxito en la manifestación motorizada y los nervios entre los grupos podemitas violentos, indican que la calle está cambiando de signo.
Para intentar darle la vuelta, el Presidente se ha involucrado -directamente- anunciando la renta mínima vital que ha evaluado en 3.000 millones anuales que, para las 850.000 familias afectadas, van a suponer menos de 300 euros al mes.
Poco alpiste, y muy incierto, mientras miles de personas llevan meses sin cobrar, por la incapacidad de la Administración que gestiona este gobierno para tramitar los ERTEs del confinamiento.
Además, promete la vuelta de la Liga de fútbol (pan y circo) y un alivio a la industria turística con la apertura de fronteras que, en realidad, no sabe si podrá cumplir.