La guerra entre Al Qaeda y E.I. por el control del movimiento yihadista se extiende al Cáucaso

Las organizaciones terroristas Al Qaeda, dirigida por el egipcio Ayman el Zawahiri, y el Estado Islámico liderado por el iraquí Abu Bakr al-Baghdadi, se disputan una guerra planetaria por el control de la internacional yihadista. Dos líderes, dos ideologías, dos conceptos de la Yihad, que libran una guerra sin cuartel.

A los escenarios bélicos de Iraq y Siria se han añadido en los tres últimos años Libia, Egipto, Jordania, Yemen y Mali. En cada uno de estos países Al Qaeda del Magreb Islámico y Al Qaeda de la Península Arábiga, junto a los grupos menores afiliados a la marca de Ben Laden, libran una guerra fratricida contra el Estado Islámico y las organizaciones que han prestado juramento de fidelidad al Califa Al Baghdadi.

Esta disputa por el liderazgo de la contra-cruzada yihadista se ha extendido al Cáucaso, donde los combatientes de Al Qaeda han sufrido duros reveses desde hace años por el Ejército ruso y las unidades especiales antiterroristas del Kremlin.

La pretensión de Al Qaeda de constituir un Emirato Islámico del Cáucaso (EIC) con epicentro en Chechenia y Daguestán, y ampliado a otras repúblicas de mayoría musulmana como Ingushetia, Cherkasia, Nogay y el llamado arco KBK (Kabardino-Balkaria-Karachay) del sur caucasiano limítrofe con Georgia, ha concluido en fiasco.

La Wilaya del Cáucaso

De ahí que algunos líderes yihadistas de seis de las ocho provincias del fracasado Emirato, hayan proclamado su adhesión a Al Baghdadi, que se ha apresurado a anunciar la constitución de la “Wilaya del Cáucaso”, como una nueva región del Califato. No es casualidad que en las filas del Estado Islámico en Siria combatan cientos de chechenos, daguestanos y otros musulmanes ruso-parlantes.

El “éxito” de la internacional yihadista de Al Baghdadi se debe más a los fracasos de su contrincante de Al Qaeda, pero no deja de suscitar interrogantes sobre los objetivos últimos del Estado Islámico. Según los expertos de inteligencia los próximos objetivos geopolíticos del Estado Islámico serán Asia Central y en el noroeste de China la región de Xingjiang.

Para los servicios de inteligencia occidentales la penetración del Estado Islámico en el polvorín del Cáucaso traerá consigo una fuerte reacción del Kremlin, que se incorporará, aunque de manera independiente, a la guerra contra el Estado islámico en Siria y desplegará sus fuerzas especiales en ayuda del régimen de Teherán, claro objetivo de las huestes suníes de Al Bagdadi.

Por lo pronto, Rusia ya ha enviado material de defensa antiaérea y vehículos blindados al gobierno iraquí, y puesto en estado de alerta a sus fuerzas de seguridad, principalmente en las grandes urbes como Moscú y San Petersburgo donde se temen atentados.