El Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha alertado sobre la presencia de cinco toxinas en productos cotidianos que podrían estar contribuyendo a un aumento alarmante de casos de autismo en Estados Unidos. Según Kennedy, estas sustancias incluyen moho, pesticidas, químicos alimentarios, medicamentos y ecografías. Durante una reciente conferencia de prensa, el funcionario anunció su intención de encargar estudios para investigar estos factores, subrayando que las tasas de autismo comenzaron a incrementarse en la década de 1980, coincidiendo con el uso generalizado de ecografías.
Kennedy sugirió que diversas industrias se benefician económicamente de los tóxicos ambientales que están impulsando un mayor número de diagnósticos de autismo. Esta afirmación se produce en el contexto de su escepticismo hacia las vacunas y su lucha contra los ingredientes artificiales en los alimentos.
Análisis crítico sobre las afirmaciones
La postura de Kennedy ha sido objeto de críticas por parte de científicos y defensores de personas con autismo, quienes consideran que sus declaraciones son perjudiciales y engañosas. La investigación convencional describe el autismo como una condición compleja influenciada principalmente por factores genéticos y otros elementos contribuyentes.
Un informe del CDC publicado recientemente indica que la cantidad de niños diagnosticados con autismo en Estados Unidos aumentó a uno de cada 31 en 2022, comparado con uno de cada 36 en 2020 y uno de cada 56 en 2016. En contraste, estudios iniciales realizados en las décadas de 1960 y 1970 estimaban tasas tan bajas como uno en 5,000.
Controversia sobre el aumento del diagnóstico
Los investigadores sostienen que esta tendencia puede atribuirse a una mejor detección y concienciación; sin embargo, Kennedy argumenta que esto solo explica entre el 10% y el 20% de los casos. En su declaración ante los medios, afirmó: “Los médicos y terapeutas del pasado no eran incompetentes; no estaban pasando por alto todos estos casos”.
Añadió que la idea de que las tasas de autismo están impulsadas por factores genéticos es errónea, afirmando: “Los genes no causan epidemias”, e insistió en que el aumento debe ser provocado por factores ambientales o riesgosos. Kennedy enfatizó la necesidad urgente de alejarse del enfoque ideológico que considera este incremento simplemente como un artefacto derivado del mejor reconocimiento y criterios diagnósticos.
Investigaciones futuras
El secretario anunció que presentará una serie de estudios en las próximas semanas para identificar “precisamente cuáles son los tóxicos ambientales” que podrían estar contribuyendo al aumento del autismo. Su afirmación contradice a los investigadores responsables del informe del CDC, quienes indicaron que el aumento podría deberse a diferencias en la disponibilidad de servicios para detección temprana y prácticas diagnósticas.
Kennedy también expresó: “Es momento de dejar atrás la negación epidémica. Los factores externos y las exposiciones ambientales son donde encontraremos respuestas”. Prometió resultados concretos para septiembre, asegurando que habrá respuestas rápidas para la población estadounidense.
Cuidado con los sesgos
Sin embargo, expertos como el Dr. Peter Marks, exdirector principal de vacunas de la FDA, advirtieron sobre los posibles sesgos y errores derivados del apresurado cronograma del proyecto. Kennedy ha designado a David Geier —conocido por promover teorías desacreditadas sobre la relación entre vacunas y autismo— para liderar esta iniciativa.
El informe del CDC analizó las tasas de autismo en 16 sitios monitoreados en Estados Unidos para prever cifras generales para el resto del país. Se centró en niños entre cuatro y ocho años durante 2022. Los niños fueron considerados diagnosticados si tenían un diagnóstico oficial o recibían educación especial relacionada con el autismo.
Tendencias preocupantes
A pesar del aumento generalizado observado —uno entre 31 niños— se destaca un riesgo mayor entre los varones: uno entre veinte niños diagnosticados con autismo era un niño ocho años en 2022. En lugares como California, esta cifra alcanzaba uno entre trece.
Kennedy calificó este riesgo como “extremo” y aseguró que no solo hay más casos diagnosticados sino también más severos. Aproximadamente uno entre cuatro niños autistas son “profundamente” discapacitados, lo cual implica dependencia total para cuidados básicos.
Impacto ambiental
A pesar del debate sobre la identificación temprana del autismo como posible explicación al aumento observado, Kennedy estima que hasta un 85% podría estar vinculado a exposiciones ambientales. Resaltó investigaciones recientes que indican cómo la exposición a contaminantes atmosféricos durante la infancia puede incrementar el riesgo hasta un 64%.
Además, mencionó estudios australianos donde se encontró que aquellos expuestos al Bisfenol A (BPA) durante el embarazo tenían seis veces más probabilidades de ser diagnosticados antes de los once años comparados con aquellos sin dicha exposición. Este químico se encuentra comúnmente en empaques plásticos y metálicos.
Conclusión
A medida que se intensifica este debate sobre las causas del aumento del autismo, queda claro que tanto las investigaciones científicas como las afirmaciones públicas seguirán generando controversia mientras se busca comprender mejor esta compleja condición.
La noticia en cifras
Año |
Prevalencia de Autismo |
2022 |
1 en 31 niños |
2020 |
1 en 36 niños |
2016 |
1 en 56 niños |
1960s-70s |
1 en 5,000 niños (estimación temprana) |