La campaña de Yemen y sus implicaciones para la preparación militar estadounidense frente a China
La reciente intensificación de la campaña de bombardeos de Estados Unidos en Yemen está agotando los recursos militares necesarios para contrarrestar a China en el Pacífico. A pesar de los costosos ataques aéreos, los ataques de los hutíes continúan, lo que genera una presión considerable sobre las municiones y desvía activos clave como buques de guerra.
Informes confidenciales advierten sobre la posible reubicación de arsenales en el Asia-Pacífico para mantener la ofensiva en Yemen. Funcionarios del Departamento de Defensa temen que China pueda aprovechar esta disminución de recursos estadounidenses para incrementar las tensiones alrededor de Taiwán.
Una estrategia en crisis
El origen de esta crisis se remonta a la incapacidad de la administración Biden para disuadir a los hutíes desde un inicio. A pesar de las advertencias durante años, el equipo del presidente Biden permitió que los arsenales navales disminuyeran por debajo de los requisitos operativos, optando por medidas insuficientes contra la milicia yemení, que continuó atacando embarcaciones y ampliando su arsenal.
Desde el 15 de marzo, Estados Unidos ha llevado a cabo casi ataques aéreos diarios bajo la Operación Rough Rider. Sin embargo, a pesar del despliegue de bombarderos B-2 y cazas F/A-18 Super Hornet, así como más de $200 millones en municiones, funcionarios del Pentágono admiten que la campaña ha logrado «éxitos limitados». Los almacenes de misiles hutíes permanecen mayormente intactos, resguardados en bunkers subterráneos, mientras el grupo sigue hostigando las rutas marítimas.
Prioridades estratégicas desbalanceadas
No obstante, la mayor preocupación no radica en Oriente Medio, sino en el Indo-Pacífico. Durante una reciente visita a Manila, el secretario de Defensa Pete Hegseth subrayó que China sigue siendo el principal competidor estratégico de Estados Unidos. Los avances misilísticos y nucleares de Pekín, junto con su postura agresiva respecto a Taiwán, exigen una preparación integral.
Sin embargo, la campaña en Yemen está desviando activos críticos. El USS Carl Vinson, inicialmente ubicado en el oeste del Pacífico como un elemento disuasorio contra China, fue redirigido abruptamente al Mar Rojo. Los arsenales de misiles crucero Tomahawk y misiles stealth AGM-158 —fundamentales para contrarrestar una posible invasión china a Taiwán— están siendo agotados.
Costo fiscal y estratégico elevado
El costo financiero es asombroso. Más allá del gasto de $1 mil millones en solo tres semanas (considerando costos operacionales), el precio a largo plazo podría ser incalculable si China aprovecha esta distracción. Analistas defensivos advierten que Pekín podría interpretar el desgaste estadounidense como una oportunidad para aumentar la presión sobre Taiwán o militarizar aún más el Mar del Sur de China.
Mientras tanto, el Congreso está levantando alarmas. Los senadores Jeff Merkley (D-OR) y Rand Paul (R-KY) han exigido explicaciones sobre el objetivo final del gobierno, señalando que campañas anteriores respaldadas por EE.UU. contra los hutíes —incluyendo los fallidos bombardeos civiles liderados por Arabia Saudita— lograron poco.
Un llamado urgente a redefinir estrategias
El secretario Hegseth asegura que la administración está recalibrando prioridades. «Estableceremos la disuasión necesaria para prevenir una guerra [en Asia]», prometió en Filipinas. Sin embargo, los escépticos cuestionan si el Pentágono puede revertir rápidamente años de asignación inadecuada de recursos.
La seguridad estadounidense depende del reconocimiento oportuno cuando compromisos tácticos socavan objetivos estratégicos. Aunque los hutíes representan una molestia, no son una amenaza existencial; ese papel recae sobre China.
Es imperativo que la Casa Blanca articule una clara estrategia de salida de Yemen —una que no deje las defensas del Pacífico debilitadas. Cada misil lanzado contra un bunker hutí es uno menos disponible para defender Taiwán; cada buque patrullando el Mar Rojo está ausente del Mar del Sur de China.
Fuentes utilizadas para este artículo:
TheCradle.co
NYTimes.com
NYTimes.com