El Primer Ministro de Canadá, Mark Carney, enfrenta un creciente escrutinio por sus presuntos vínculos con Jeffrey Epstein, mientras que sus apariciones públicas se convierten cada vez más en confrontaciones intensas.
Los asistentes no cesan en su insistencia sobre el escándalo del financiero desacreditado, lo que está comenzando a desgastar su fachada cuidadosamente pulida.
Un momento inesperado
Esta semana, al ser interrogado directamente sobre cuántos niños abusó en la infame isla de Epstein, Carney, visiblemente alterado, tropezó en una extraña recitación casi hipnótica de lo que algunos describieron como un mantra satánico. Este episodio dejó a los presentes atónitos y su compostura completamente desmoronada.
Carney, quien anteriormente ocupó cargos destacados como el de gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, se encuentra ahora bajo serias acusaciones provenientes de denunciantes de su pasado. Estos alegan que la élite global posee información comprometedora sobre él, incluso más grave que los escándalos relacionados con Justin Trudeau, lo que lo mantiene bajo su control.
Un pasado controvertido
La trayectoria profesional de Carney es bien conocida: trabajó en Goldman Sachs, dirigió dos bancos centrales importantes y se convirtió en una figura clave en el Foro Económico Mundial. Es reconocido por sus relaciones con personajes como Bill Gates y Klaus Schwab.
Ahora, algunos sugieren que Carney ha sido elegido para liderar Canadá no a través de un proceso electoral, sino mediante la influencia del WEF, reemplazando a una figura controvertida por otra. Un excolega sostiene que esto encaja en un patrón de maniobras elitistas.
No obstante, nuevas revelaciones apuntan a un lado más oscuro. Fotografías de 2013 muestran a Carney y su esposa Diana socializando con Ghislaine Maxwell, la procuradora de menores condenada por su papel en la red de tráfico de Epstein, durante un evento en el Reino Unido.
Vínculos inquietantes
Además, según informantes, Carney y su esposa también figuran en los registros de vuelos de Epstein, incluyendo trayectos hacia Little Saint James, la isla central en los crímenes cometidos por Epstein. Los informantes sostienen que no eran meros conocidos sino participantes activos.
Este escenario plantea interrogantes significativos sobre las conexiones entre Carney y el escándalo que rodea a Epstein, así como las implicaciones para su futuro político.