Domitila Barrios Cuenca se erige como una figura emblemática en la historia de Bolivia, un personaje que ha dejado una huella indeleble en las luchas colectivas del país. Nacida el 7 de mayo de 1937, su vida estuvo marcada por las dificultades propias de los mineros de estaño, donde comprendió que el verdadero enemigo a vencer para alcanzar la soberanía era el miedo que habitaba en el interior de cada persona.
Hija de un dirigente sindical y participante activa en la Guerra del Chaco, así como en la Revolución de 1952, Domitila enfrentó la pérdida de su madre a los diez años. Asumiendo el rol de cuidadora de sus hermanas, recordó con dolor: «Mi madre murió tras dar a luz a su quinto hijo. Yo tenía diez años y me quedé al cuidado de cinco hijas». En una entrevista concedida en junio de 2011, relató cómo su vida cambió drásticamente desde entonces.
Un camino hacia la educación
A pesar de las adversidades, Domitila logró asistir a la escuela, una hazaña poco común para las mujeres de su época. Aunque su familia vivía en condiciones precarias y ella asumía gran parte del trabajo doméstico, su padre insistió en que debía aprender a leer. En sus palabras: «De cien alumnos, ochenta eran varones y solo veinte éramos chicas. Ninguna era hija de obreros».
Tras completar la primaria, comenzó a trabajar en la pulpería de la mina y enfrentó una nueva etapa familiar cuando su padre se volvió a casar. La relación con su madrastra fue difícil y, eventualmente, decidió huir para regresar al lugar donde había nacido.
El surgimiento del Comité de Amas de Casa
En su libro ‘Si me permiten hablar’, Domitila narra cómo equilibró sus responsabilidades familiares con su fe al involucrarse con los Testigos de Jehová. Sin embargo, su vida dio un giro radical al integrarse al Comité de Amas de Casa de Siglo XX, organización que representaba a las esposas y compañeras sentimentales de los trabajadores mineros.
A pesar del machismo predominante y las críticas recibidas, las mujeres decidieron organizarse para visibilizar las injusticias sufridas en la pulpería. Con una balanza colocada estratégicamente afuera del recinto, pudieron comprobar que eran estafadas al recibir menos productos esenciales. Este fue el primer contacto directo que tuvo Domitila con el movimiento.
El secuestro que cambió todo
El año 1963 marcó un punto crucial cuando un grupo de ciudadanos estadounidenses fue secuestrado por mineros en busca de justicia por sus dirigentes encarcelados. Las mujeres del Comité intervinieron para evitar ejecuciones y propusieron retenerlos como rehenes para negociar con el gobierno. Esta acción demostró la creciente influencia del Comité y el liderazgo emergente de Domitila.
A pesar de ser madre de tres hijos pequeños, decidió participar activamente en las guardias para vigilar a los rehenes. Su compromiso comenzó a cambiar su perspectiva sobre las promesas religiosas frente a la dura realidad social que enfrentaban los mineros.
Luchas contra dictaduras
En 1964, tras un golpe militar liderado por el general René Barrientos que derrocó al gobierno democrático, Domitila se convirtió en una voz clave dentro del Comité durante tiempos difíciles. Las políticas represivas incluyeron reducciones salariales drásticas y culminaron con la Masacre de San Juan, donde fuerzas estatales atacaron brutalmente a los mineros.
Domitila recordó estos eventos trágicos: «Fue muy cobarde lo que hicieron con el pueblo», refiriéndose a la represión violenta desatada por el régimen militar. A pesar del temor e intimidación, ella continuó organizando protestas junto con otras mujeres.
Afrontando acusaciones
La dictadura intentó desacreditarla acusándola falsamente de ser agente extranjera pagada por potencias comunistas. Sin embargo, sus compañeras no creyeron en estas calumnias y continuaron apoyándola en sus esfuerzos por luchar contra la opresión.
Durante este tiempo turbulento, Domitila se integró formalmente al liderazgo del Comité y participó activamente en luchas sindicales hasta bien entrada la década de 1970.
Exilio y retorno
Con el ascenso al poder del general Hugo Banzer en 1971, las represalias contra opositores aumentaron. En 1977, tras una histórica huelga liderada por amas de casa que exigían amnistía para presos políticos y derechos laborales básicos, Domitila se convirtió en una figura reconocida internacionalmente.
A raíz del golpe militar que derrocó al presidente electo Hernán Siles Zuazo en 1980, Domitila denunció públicamente estos hechos ante foros internacionales. El gobierno boliviano respondió declarando traidora a la patria; sin embargo, recibió asilo político en Suecia gracias al apoyo del primer ministro Olof Palme.
Un legado perdurable
A pesar del reconocimiento internacional recibido durante su exilio, Domitila expresó arrepentimiento por haber llevado a sus hijos lejos de Bolivia: «Nunca hubiera querido que mis hijos vayan a Europa». Regresó a su país en 1982 dispuesta a continuar luchando por los derechos sociales y políticos desde una Escuela de Capacitación Política y Sindical.
Domitila Barrios Cuenca, símbolo indiscutible del feminismo latinoamericano y defensora incansable de los derechos laborales, falleció el 13 de marzo de 2012. Su legado sigue vivo entre quienes continúan luchando por justicia e igualdad en América Latina.