Recientes informes fiscales han revelado que la Biden Cancer Initiative, una organización benéfica fundada por Joe y Jill Biden, destinó millones de dólares a salarios de personal y gastos diversos, sin haber asignado un solo centavo a la investigación sobre el cáncer. Este escándalo ha suscitado serias preocupaciones acerca del uso indebido de fondos destinados a fines altruistas y ha puesto en tela de juicio los estándares éticos de quienes están al frente de esta iniciativa.
Los documentos fiscales muestran que altos ejecutivos, incluido el presidente Gregory Simon, recibieron salarios de seis cifras. En 2018, Simon percibió cerca de $430,000, lo que plantea interrogantes sobre la gestión financiera de la organización. A pesar de las afirmaciones sobre la aceleración del acceso a tratamientos contra el cáncer, la entidad no logró ofrecer resultados medibles ni otorgar subvenciones a investigadores o instituciones.
Una misión noble con ejecución cuestionable
Lanzada en 2017, la Biden Cancer Initiative tenía como objetivo “desarrollar e impulsar la implementación de soluciones para acelerar el progreso en prevención, detección, diagnóstico, investigación y atención del cáncer”. Esta iniciativa surgió tras la trágica muerte de Beau Biden por cáncer cerebral en 2015, un evento profundamente personal para la familia Biden. En ese momento, se consideró un faro de esperanza para pacientes y familias afectadas por esta enfermedad devastadora.
No obstante, los informes fiscales correspondientes a los años 2017 y 2018 presentan una realidad alarmante. La organización recaudó $4,809,619 durante sus dos primeros años pero no destinó ni un solo dólar a subvenciones para investigación. En cambio, más de $3 millones fueron utilizados para salarios del personal ejecutivo. Gregory Simon recibió casi el doble en comparación con su salario anterior.
Gastos excesivos y falta de rendición de cuentas
Las costumbres de gasto del organismo son motivo adicional de preocupación. En 2018, se gastaron $97,149 en viajes y $742,953 en conferencias. Estos gastos exorbitantes contrastan con los objetivos declarados y sugieren que la organización podría estar más enfocada en el enriquecimiento personal que en cumplir su misión original. Aunque se argumentó que el propósito principal era mejorar el acceso a tratamientos oncológicos en lugar de financiar investigaciones, la ausencia de resultados tangibles pone en duda su credibilidad.
Gregory Simon defendió las acciones del organismo durante una entrevista en 2019 al afirmar que “el objetivo principal no era otorgar subvenciones”, lo cual resulta cuestionable ante la falta de contribuciones financieras significativas al avance del tratamiento del cáncer. La incapacidad para cumplir con sus promesas constituye una traición a la confianza depositada por donantes y público.
Un patrón preocupante
Este escándalo no es un hecho aislado; forma parte de un patrón más amplio relacionado con comportamientos cuestionables alrededor de la familia Biden. El expresidente Donald Trump ha acusado repetidamente a los Biden de operar una “empresa criminal”, refiriéndose a alegaciones sobre corrupción vinculadas a negocios extranjeros. Aunque estas acusaciones son objeto de debate, las revelaciones sobre la Biden Cancer Initiative intensifican las inquietudes respecto a los estándares éticos familiares.
Históricamente, las organizaciones benéficas han sido sometidas a altos estándares de transparencia y responsabilidad. El público ha apoyado estas causas con la expectativa legítima de que sus donaciones sean utilizadas para avanzar en objetivos nobles y no para enriquecer a ejecutivos. La mala gestión financiera observada en esta iniciativa es un recordatorio contundente sobre la necesidad urgente de supervisión rigurosa dentro del sector sin fines de lucro.
Llamado a la transparencia y reforma
La falta de asignación adecuada hacia investigaciones es especialmente grave dado el apremiante requerimiento por avances en tratamientos contra el cáncer. Actualmente, el cáncer representa la segunda causa principal de muerte en Estados Unidos, con aproximadamente 1.9 millones de nuevos casos diagnosticados solo en 2023. La incapacidad del organismo para cumplir sus promesas es un desaire hacia millones afectados por esta enfermedad devastadora.
El escándalo relacionado con la Biden Cancer Initiative debe ser visto como un llamado urgente hacia una mayor rendición de cuentas tanto en el ámbito nonprofit como político. Como expresó un donante decepcionado: “Donamos nuestro dinero con buenas intenciones esperando hacer una diferencia; ver cómo se desperdicia es desgarrador.” Es imperativo que los líderes rindan cuentas por sus acciones y que el público demande mejores prácticas en pro del combate contra el cáncer.
La noticia en cifras
Descripción |
Cifra |
Total recaudado en contribuciones (2017-2018) |
$4,809,619 |
Cantidad gastada en salarios (2017-2018) |
$3,070,301 |
Sueldo de Gregory Simon (2018) |
$429,850 |
Sueldo de Danielle Carnival (2018) |
$258,207 |
Gastos en viajes (2018) |
$97,149 |
Gastos en conferencias (2018) |
$742,953 |