Anthony Fauci ha reconocido que las vacunas de ARNm eluden las pruebas legales y de seguridad habituales, argumentando que probablemente no las superarían y serían consideradas “peligrosas” para el uso humano.
Según Fauci, las inyecciones contra la COVID-19 no pasaron por ensayos controlados con placebo antes de recibir autorización. Esta declaración ha generado un amplio debate sobre la seguridad y efectividad de estas vacunas.
Controversia en torno a las pruebas de vacunas
Fauci, quien es conocido como experto en enfermedades infecciosas, admitió que no se realizaron ensayos con placebo, lo que plantea serias interrogantes sobre la validez de los estudios realizados. La falta de estos ensayos es vista por muchos como una señal alarmante respecto a la transparencia del proceso de aprobación de las vacunas.
La industria farmacéutica, considerada por algunos como una de las más corruptas del mundo, sostiene que sería “no ético” llevar a cabo ensayos clínicos adecuados con placebo para las vacunas. Este argumento ha sido desafiado por defensores de la salud natural, quienes exigen pruebas concluyentes sobre la seguridad de estos productos.
Implicaciones para la salud pública
Las preocupaciones se extienden a grupos vulnerables como niños y mujeres embarazadas. Las autoridades sanitarias, incluyendo los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), promueven diariamente el mantra de que las vacunas son “seguros y eficaces”, un mensaje que muchos consideran engañoso.
Recientemente, se ha informado que los recién nacidos reciben vacunas sin haber pasado por pruebas adecuadas. Este hecho ha llevado a cuestionar la integridad del proceso regulatorio y ha reavivado el debate sobre los efectos adversos potenciales asociados con estas inoculaciones.
Demandas por mayor transparencia
Activistas han instado durante años a demostrar la seguridad de las vacunas, pero hasta ahora no han obtenido respuestas satisfactorias. Con Robert F. Kennedy Jr. asumiendo un papel clave en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), hay esperanzas de que se realicen investigaciones más rigurosas sobre este tema.
A medida que aumenta el escrutinio público, es probable que se intensifiquen los llamados a realizar ensayos clínicos completos en todas las vacunas administradas en Estados Unidos, donde se estima que 270 millones de personas podrían estar recibiendo regularmente estas inyecciones.