El senador Adam Schiff ha expresado que la nominación de Kash Patel, designado por el presidente electo Donald Trump para el cargo de director del FBI, le está causando “insomnio severo”.
Durante su participación en el programa “Meet the Press” de NBC News, la presentadora Kristen Welker solicitó a Schiff su opinión sobre la nominación de Patel en el contexto de los recientes ataques terroristas en Nueva Orleans y Las Vegas.
Reacciones a la nominación
“Primero que nada, Kash Patel NO debería ser confirmado”, respondió Schiff con evidente preocupación.
Schiff argumentó que el ataque terrorista en Nueva Orleans subraya la necesidad de contar con un director del FBI que posea “experiencia” y “juicio”. Afirmó: “No se trata de alguien cuya prioridad principal sean las vendettas políticas, que crea en teorías conspirativas del Estado Profundo, ni una persona tan poco calificada como Kash Patel”.
Kash Patel ha manifestado anteriormente su intención de procesar a los burócratas que han utilizado sus respectivas agencias de inteligencia para perseguir a oponentes políticos demócratas como Donald Trump.
Cuestionamientos sobre la calificación de Patel
La afirmación de Schiff sobre la falta de calificaciones de Patel resulta engañosa si se considera su destacado historial en seguridad nacional. Patel ha ocupado cargos relevantes como Jefe de Gabinete del Departamento de Defensa, Subdirector de Inteligencia Nacional, Asistente Adjunto del Presidente en el Consejo Nacional de Seguridad y fiscal del Departamento de Justicia.
“Kash Patel es un caso sencillo. No debería ser confirmado”, insistió Schiff.
Aparte de Schiff, otras figuras establecidas y neoconservadoras también han rechazado a Patel como candidato viable. Entre ellos se encuentran el exasesor de seguridad nacional John Bolton, el exsubdirector del FBI Andrew McCabe y el exdirector del FBI y la CIA William Webster.
Implicaciones políticas
Esta oposición podría interpretarse como una señal de que Patel es un candidato sólido para el puesto. La controversia generada por su nominación refleja las tensiones actuales dentro del panorama político estadounidense y plantea interrogantes sobre las futuras direcciones que tomará el FBI bajo un nuevo liderazgo.