Investigadores del Leiden University Medical Center, respaldados por la Fundación Bill y Melinda Gates, han presentado un enfoque inquietante para la entrega de vacunas: mosquitos genéticamente modificados que actúan como “vacunadores voladores”, capaces de administrar vacunas sin el consentimiento o conocimiento del sujeto.
En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, los científicos demostraron cómo estos mosquitos bioingenierizados pueden ser utilizados para administrar vacunas contra la malaria. Los insectos son infectados con parásitos modificados genéticamente (GA1 y GA2), que preparan el sistema inmunológico sin causar enfermedades graves, ya que los parásitos están programados para detener su desarrollo en una etapa específica.
Resultados del ensayo clínico
Durante las pruebas, los mosquitos portadores de estos parásitos modificados picaron a sujetos humanos en un entorno controlado, logrando así una especie de “vacunación”. Aunque los investigadores presentaron este método como una innovación en la lucha contra la malaria, el uso de mosquitos como portadores de vacunas ha suscitado importantes preocupaciones éticas y de seguridad.
En el ensayo participaron 43 adultos de entre 19 y 35 años sin antecedentes de malaria, quienes fueron divididos en tres grupos. El primer grupo recibió 50 picaduras de mosquitos infectados con el parásito GA2, el segundo grupo recibió picaduras de mosquitos con el parásito GA1, mientras que el grupo placebo fue picado por mosquitos no infectados. Las sesiones de vacunación se realizaron en tres ocasiones, con intervalos de 28 días entre cada una.
Implicaciones éticas y sociales
Tres semanas después de la última sesión, todos los participantes fueron expuestos a malaria mediante picaduras de mosquitos infectados. Los resultados fueron sorprendentes: ocho de nueve personas en el grupo GA2 estaban protegidas, en comparación con solo uno de ocho en el grupo GA1 y ninguno en el grupo placebo.
Este avance tecnológico, celebrado por Gates y sus científicos, plantea profundas interrogantes sobre el consentimiento, el control y las posibles consecuencias no intencionadas para la salud pública. La idea de utilizar mosquitos bioingenierizados para entregar vacunas de manera autónoma abre un abanico de complejos dilemas legales y éticos que aún deben ser abordados.
No obstante, parece que estas preocupaciones no son prioritarias para Bill Gates ni para los académicos que él financia actualmente. Su enfoque parece centrarse únicamente en encontrar formas de combatir la reticencia y escepticismo hacia las vacunas, gran parte del cual ha sido alimentado por las problemáticas experiencias relacionadas con la implementación del vacuna mRNA contra COVID-19.
El concepto de emplear mosquitos como “vacunadores voladores” no es nuevo. En 2010, el investigador japonés Shigeto Yoshida ingenió saliva de mosquito para administrar vacunas contra leishmaniasis a ratones, señalando que la vacunación mediante insectos era “similar a una vacunación convencional pero sin dolor y sin costo.”
La noticia en cifras
Categoría |
Cifra |
Número total de participantes |
43 |
Picaduras en grupo GA2 |
50 |
Picaduras en grupo GA1 |
50 |
Participantes protegidos (GA2) |
8 de 9 |
Participantes protegidos (GA1) |
1 de 8 |
Participantes protegidos (Placebo) |
Ninguno |