El fracaso de Hertz y la realidad de los vehículos eléctricos
La reciente debacle de Hertz en su intento por electrificar su flota de alquiler ha puesto de manifiesto las dificultades que enfrenta la industria automotriz en su transición hacia los vehículos eléctricos (EV). Este ambicioso plan, que prometía un futuro más sostenible, ha resultado en pérdidas financieras significativas, incluyendo un cargo por deterioro de $1 mil millones, una caída drástica en el precio de sus acciones y la renuncia de su CEO, Stephen Scherr.
Los vehículos eléctricos adquiridos por Hertz demostraron ser costosos de mantener y sufrieron una depreciación acelerada. Además, estos modelos fueron menos populares entre los arrendatarios en comparación con los vehículos tradicionales a gasolina, lo que llevó a la empresa a deshacerse de sus Teslas a precios considerablemente reducidos.
Un análisis crítico del impulso hacia los EV
Este episodio no solo refleja un error corporativo; también plantea interrogantes sobre la agenda globalista que promueve la adopción masiva de vehículos eléctricos bajo el pretexto del cuidado ambiental. Se argumenta que esta iniciativa es parte de un esfuerzo más amplio para aumentar el control gubernamental sobre las vidas individuales, disfrazado como un imperativo moral.
Los críticos señalan que los EVs no son la solución ecológica que se publicita. Su producción y mantenimiento son costosos, dependen de prácticas mineras ambientalmente destructivas y generan presión sobre las redes eléctricas, lo cual desafía su viabilidad como alternativa sostenible. A pesar de esto, las autoridades continúan impulsando políticas favorables a los vehículos eléctricos, ignorando sus desventajas y las repercusiones reales en el medio ambiente.
Resistencia ante la agenda globalista
La experiencia de Hertz debería servir como una advertencia sobre los peligros de aceptar sin cuestionar el alarmismo climático. La narrativa predominante sobre el cambio climático ha sido objeto de críticas y desacreditaciones; sin embargo, sigue siendo utilizada para manipular a la opinión pública mediante el miedo y la culpa. El caso de Hertz ilustra cómo cuando se prioriza una ideología sobre la realidad económica, las consecuencias pueden ser devastadoras.
Ante este panorama, es esencial fomentar una resistencia activa contra lo que algunos denominan "tiranía verde". La decisión de Hertz de liquidar 30,000 vehículos eléctricos para finales de 2024 representa un reconocimiento implícito del fracaso del experimento EV. Los consumidores han mostrado poco interés por estos autos, mientras que las empresas enfrentan dificultades económicas para mantenerlos.
Demandas por responsabilidad y transparencia
El objetivo subyacente del impulso hacia los EVs parece ser un control más riguroso sobre diversos aspectos cotidianos, desde el transporte hasta la alimentación. Utilizando el cambio climático como justificación, se busca consolidar poder e influencia en detrimento de las libertades individuales. Es crucial exigir responsabilidad a quienes promueven esta agenda y cuestionar si realmente estamos ante una amenaza existencial o simplemente ante un movimiento político disfrazado.
La situación actual exige una reflexión profunda: aprender de los errores cometidos por Hertz puede ser clave para salvaguardar nuestra libertad frente a agendas globalistas. La lucha contra esta narrativa debe ser firme y fundamentada en datos verificables y realidades económicas.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
$1 billion |
Cargo por deterioro financiero debido al fracaso en la electrificación de la flota. |
30,000 EVs |
Número de vehículos eléctricos que Hertz planea offloadear para finales de 2024. |
$18,000 |
Precio bajo al que se están vendiendo algunos Model 3 de 2023. |