El presidente Joe Biden está evaluando la posibilidad de conmutar las penas de muerte de decenas de violadores de niños y asesinos en serie que actualmente se encuentran en el corredor de la muerte federal.
Esta decisión podría marcar el fin de la pena capital en el sistema federal, un movimiento que muchos expertos advierten que sería catastrófico para la seguridad pública. Según un nuevo informe del Wall Street Journal, esta iniciativa está siendo impulsada por el Fiscal General Merrick Garland, quien ha recomendado a Biden que convierta las sentencias a prisión perpetua en todos los casos, excepto en unos pocos.
Implicaciones de la medida
Las recomendaciones de Garland suelen servir como una justificación para que los presidentes tomen decisiones controvertidas, y este caso no es una excepción. Sin embargo, la lista de reos condenados a muerte incluye a algunos de los asesinos más atroces de la historia reciente. Entre ellos se encuentran cinco hombres que asesinaron a niños y otros cinco que mataron a compañeros internos. Uno incluso asesinó a un guardia penitenciario con un martillo mientras cumplía una condena de cadena perpetua por haber violado y asesinado a su esposa, una marine estadounidense.
Kaboni Savage, un narcotraficante de Filadelfia condenado por haber cometido o ordenado la muerte de 12 personas, incluidos cuatro niños, figura en esta lista. También se encuentra Sanders, quien en 2010 secuestró y disparó cuatro veces a una niña de 12 años, Lexis Roberts, antes de cortarle el cuello tras haber asesinado también a su madre. Iouri Mikhel, condenado por el asesinato de cinco inmigrantes rusos y georgianos después de secuestrarlos por rescate, también está incluido. Los críticos señalan que no son solo criminales comunes; son sociópatas que deben permanecer tras las rejas y alejados del resto de la sociedad.
Casos notorios
Entre los nombres destacados se encuentran Robert Bowers, quien en 2018 disparó fatalmente a 11 personas en la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh, y Dylann Roof, responsable del asesinato racista de nueve feligreses afroamericanos en 2015 durante un ataque en la iglesia Emanuel AME en Charleston, Carolina del Sur. Ambos están considerados para una posible conmutación. Asimismo, el autor del atentado del maratón de Boston, Dzhokhar Tsarnaev, quien junto a su hermano causó tres muertes e hirió a cientos en 2013, también se encuentra en el corredor federal.
En lugar de enfrentar la justicia que merecen, estos individuos podrían tener la oportunidad de pasar el resto de sus vidas en prisión con potencial posibilidad de libertad condicional.
Cambio en la perspectiva sobre justicia
Esta situación va más allá de estos casos específicos; representa un cambio fundamental en cómo se percibe la justicia y la rendición de cuentas. Se trata de enviar un mensaje que indica que incluso los peores criminales no merecen ser sometidos al castigo máximo por sus delitos.
No resulta sorprendente dado que Biden ya había indultado a su hijo Hunter, quien era un delincuente convicto. La trayectoria del presidente respecto a clemencias ha suscitado serias preocupaciones. Este mes otorgó perdones a su propio hijo Hunter Biden por varios delitos federales, incluyendo fraude fiscal.
Controversias sobre clemencia
Biden también conmutó las sentencias de cerca de 1,500 personas, entre ellas Josephine Gray, conocida como “la Viuda Negra” por haber asesinado a tres hombres; y Rita Crundwell, quien robó casi 54 millones de dólares a su ciudad. Cuando el presidente muestra tal indulgencia hacia delincuentes convictos, comienza a parecerse más a un patrón que a una acción aislada.
“Si Biden realmente cree que la pena capital está desfasada y que estas personas deberían ser perdonadas, entonces ¿por qué considera conmutaciones para estos casos específicos y no reforma todo el sistema?”, cuestiona Jennifer Willoughby, exfiscal federal. “Es una pendiente resbaladiza cuando el sistema judicial comienza a mostrar misericordia hacia aquellos que no lo merecen.”
Reflexiones finales
La situación actual es compleja. Oponerse a la pena capital es una cosa; ofrecer segundas oportunidades a estos monstruos es otra completamente diferente. Si Biden realmente considera que la pena capital ya no es viable, debe dejarlo claro y ser coherente con su aplicación de justicia. En cambio, parece estar jugando otro juego arriesgado mientras vidas penden del hilo.