El Estado y su verdadera naturaleza
La reflexión de Fernando Doti Tori nos invita a cuestionar la conocida frase “El Estado somos todos”. A primera vista, esta expresión sugiere una comunidad unida, donde cada individuo tiene igual participación e incidencia en las decisiones colectivas. Sin embargo, al analizarla más detenidamente, se revela que esta afirmación no refleja la realidad.
Max Weber, uno de los más influyentes sociólogos del siglo XX, definió el Estado como “aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Esta definición pone de manifiesto que el Estado es la única entidad que puede ejercer el derecho a la violencia, lo cual marca una clara distinción entre él y otros grupos o individuos.
La violencia como herramienta del Estado
La violencia estatal se justifica bajo el argumento de defender un supuesto interés general. Sin embargo, este interés parece estar desconectado de las voluntades individuales que componen la sociedad. Por lo tanto, es preciso reconocer que el Estado no representa a todos; en realidad, está constituido por un grupo de burócratas que toman decisiones impuestas por la fuerza.
Esta idea se encuentra respaldada por la propia Constitución de muchos países, que reconoce y protege derechos fundamentales como la vida, la libertad y la propiedad. La pregunta es: ¿proteger a quién? La respuesta es clara: ante el propio Estado. Así, la afirmación de que “el Estado somos todos” se convierte en un mito carente de fundamento real.
El mercado y sus implicaciones
Quienes defienden esta noción suelen caer en el lugar común de contraponer al Estado con el mercado. En este contexto, se menciona a menudo a Eduardo Galeano, quien en su obra “Espejos” sostiene que “el libre mercado es enemigo de la libertad”. Galeano describe al mercado como una entidad abstracta y cruel que determina nuestros destinos sin que sepamos exactamente quién lo controla.
No obstante, el mercado está compuesto por todos los habitantes del planeta. Cada día realizamos innumerables transacciones para satisfacer nuestras necesidades mutuas. Este proceso genera información que influye en los precios y en cómo funciona el sistema económico.
La percepción del mercado
A pesar de nuestra constante interacción con el mercado, muchas veces no somos conscientes de su funcionamiento. Es similar a andar en bicicleta: sabemos cómo hacerlo pero no siempre podemos explicar las leyes físicas involucradas. Aun así, como señala Alberto Bnegas Lynch (h) en “El Poder Corrompe”, es fundamental reconocer que estas interacciones son parte integral de nuestra vida cotidiana.
Cada vez que realizamos una compra o vendemos un producto, ambas partes expresan gratitud porque han satisfecho sus respectivas necesidades. Esta dinámica demuestra que la libertad no es un juego de suma cero; más bien, beneficia a todos los involucrados.
Conclusión
Por lo tanto, al preguntarnos quién es realmente el mercado, debemos recordar que cada uno de nosotros forma parte activa de él. La comprensión del mercado y del Estado nos permite apreciar mejor las complejidades de nuestra sociedad actual.