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Canadá encarcela a ciudadanos por negarse a medicación obligatoria del gobierno
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Canadá encarcela a ciudadanos por negarse a medicación obligatoria del gobierno

lunes 16 de diciembre de 2024, 15:04h

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Las autoridades canadienses han comenzado a encarcelar a ciudadanos que se niegan a cumplir con la medicación impuesta por el gobierno, lo que representa una alarmante escalada del control autoritario del gobierno de Trudeau. Geraldine Mason, residente de God’s Lake First Nation en Manitoba, fue condenada a tres meses de prisión por no tomar consistentemente su medicación para la tuberculosis. A pesar de no tener antecedentes penales ni ser contagiosa, fue arrestada y encarcelada en condiciones severas. Este caso ha suscitado un intenso debate sobre la criminalización de la no conformidad en salud y los derechos individuales frente a las medidas colectivas de salud pública en Canadá. La situación plantea importantes cuestiones éticas sobre el tratamiento de comunidades marginadas y el uso de medidas punitivas en lugar de intervenciones comunitarias más compasivas.

Las autoridades canadienses han comenzado a encarcelar a ciudadanos que se niegan a cumplir con la medicación impuesta por el Estado, en una alarmante escalada del control autoritario del gobierno de Trudeau.

Geraldine Mason, una residente de 36 años de God’s Lake First Nation, en el norte de Manitoba, fue condenada a tres meses de prisión bajo la Ley de Salud Pública por no tomar de manera consistente su medicación para la tuberculosis.

A pesar de no tener antecedentes penales ni estar infectada en ese momento, Mason fue arrestada, sometida a un registro corporal y encarcelada durante casi un mes junto a otros reclusos en la población general.

Detención y condiciones carcelarias

La detención de Mason comenzó el 27 de octubre, después de que funcionarios de salud obtuvieron una orden judicial debido a temores sobre la posibilidad de que las dosis omitidas de medicación contra la tuberculosis pudieran dar lugar a cepas resistentes a los medicamentos.

Si bien la tuberculosis es un problema serio de salud pública, la situación de Mason pone de relieve las medidas autoritarias que las autoridades canadienses están dispuestas a implementar bajo el gobierno de Trudeau.

Mason pasó su primera semana en el Centro de Detención Provisional de Winnipeg antes de ser trasladada al Centro Correccional Femenino, perdiendo así el cumpleaños número 13 de su hijo y el primer Halloween de su nieto.

Impacto personal y cuestionamientos éticos

Ella describió su experiencia como traumática: "Estaba asustada... No sabía a quién llamar. No sabía qué hacer."

A pesar de las garantías proporcionadas por una enfermera sobre no ser tratada como criminal, Mason enfrentó condiciones severas, incluyendo acceso limitado a teléfonos, confinamiento en su celda durante 20 horas al día y estar encadenada durante las visitas al hospital.

Bajo la Ley de Salud Pública de Manitoba, los funcionarios médicos pueden solicitar órdenes judiciales para detener a individuos considerados una amenaza para la salud pública. En este caso, el argumento presentado fue que la falta de adherencia al tratamiento podría agravar la propagación de tuberculosis resistente a los medicamentos.

No obstante, críticos argumentan que la detención de Mason plantea cuestiones éticas sobre la criminalización del incumplimiento sanitario, especialmente cuando existen alternativas menos punitivas, como intervenciones comunitarias en salud.

Tensión entre derechos individuales y medidas colectivas

Este caso ha atraído atención significativa hacia la tensión existente entre las medidas colectivas para proteger la salud y los derechos individuales en Canadá. Los defensores de las libertades civiles cuestionan si tales acciones severas son justificables, especialmente cuando afectan desproporcionadamente a comunidades marginadas.

Para Mason, el costo personal ha sido inmenso: la pérdida de su libertad, dignidad y tiempo con su familia. Mientras tanto, el gobierno Trudeau ha comenzado a practicar la eutanasia a ciudadanos canadienses que sufren lesiones graves vinculadas a las vacunas contra COVID, las mismas vacunas que su administración obligó y coaccionó a gran parte de la población para recibir.

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