Hace apenas unos días, el 26 de octubre, Evo Morales celebraba su 60 cumpleaños. No sabemos qué deseo pidió al soplar las velas, pero seguro que no se esperaba el caos político y social que ha dejado tras su renuncia forzada.
Creció en una comunidad agrícola rural, una vida sencilla con la que consiguió conquistar a los votantes, a los que prometió mejores condiciones de vida, sobre todo a los más necesitados.
Chocó con Estados Unidos por su cruzada a favor de los cultivos de coca, a los que consideraba parte de su cultura indígena: "Esta hoja de coca representa los cultivos andinos. Representa el medio ambiente y la esperanza de la gente. No es posible que la hoja de coca sea legal para la coca cola y sea ilegal para otros consumos en nuestro país y en todo el mundo", señalaba en sus inicios.
¿Su primera medida? Expulsar a la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. de Bolivia en 2008, haciendo lo mismo en 2013 con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, en esta ocasión por "injerencia" y por "conspirar contra su Gobierno". Este mismo año, el Tribunal Constitucional determinó que Morales podría presentarse por tercera vez a una campaña presidencial, algo sin precedentes.
"Este triunfo democrático del pueblo boliviano está dedicado a todos los pueblos de América Latina y del mundo que luchan contra el capitalismo y contra el imperialismo", anunciaba eufórico ante sus votantes tras asumir de nuevo el mando.
Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de polémicas: mostró su apoyo al dictador cubano Fidel Castro y al presidente Hugo Chávez; quiso otorgar asilo a Edward Snowden; y en 2015 reconoció una relación con una mujer que fue detenida por supuesta malversación de fondos, entre otras desventuras.
El país se sumía en una crisis económica a la par que las polémicas se multiplicaban. En 2016, Morales encontró una forma de volver a ser candidato después de que un fallo judicial le permitiese aspirar de nuevo a la presidencia.
El pasado 20 de octubre ganó por cuarta vez en unas elecciones señaladas por la oposición como un "fraude", algo que incendió las calles hasta límites insospechados mientras que Morales se oponía a dejar el cargo.
El pasado domingo, el comandante-en-jefe de las fuerzas armadas y el comandante de la policía nacional le exigieron su renuncia, cediendo ante el descontrol de los incidentes en la capital administrativa del país, incluso con cientos de agentes de las Fuerzas Armadas rebelándose contra su propio Gobierno junto a los manifestantes.