El congreso del PP del País Vasco ha vuelto a poner en primer plano la crisis de identidad que vive la derecha española.
Esta mañana nuestro marino sorbió café y espetó:
—¿Qué le ocurre al PP territorial? ¿Por qué está siguiendo las mismas pautas que han seguido durante estos años los partidos nacionalistas?
Esas dos preguntas a bocajarro podrían parecer exageradas y que no se ajustan a la realidad.
Nuestro país es diverso y en él deben tener cabida todas las sensibilidades, y si la Constitución fue un logro y un éxito político para normalizar este país y traer la democracia, y un intento de integrar a todos las regiones de este país. No es menos cierto que el desarrollo autonómico, con sus estatutos y normativas, las interpretaciones que se han hecho de algunos aspectos legales, más el uso abusivo de algunas competencias —aunque se quieran blanquear o no se quiera reconocer—, ha desembocado en que algunas autonomías hayan acabado quebrantando algunos principios constitucionales y las leyes a las que nos obligan a cumplir a los demás.
Nuestra joven profesora intervino:
—Lo último ha sido lo de Alonso y adláteres en el País Vasco que, después de llevar a la casi desaparición del PP en ese territorio, ahora se descuelgan con que tienen dos patrias la española y la vasca.
Esos ejercicios de incoherencia, más otras muchas cosas son las que le han llevado a la situación actual de ese partido. Es comprensible que la presión es fuerte, pero si se aguantó heroicamente en la época del terrorismo de las pistolas y el tiro en la nuca, es más fácil aguantar el amedrentamiento soterrado actual.
Medió nuestro viejo marino:
—Desconozco cual es el sentimiento colectivo del PP vasco, pero lo que parece es que han decido asumir esa realidad por la cual los terroristas son hombres de paz, que aquello fue un conflicto político con daños colaterales y blanquear todo ese periodo, y que se demonice a la Guardia Civil, por aquello de que «hay que mirar hacia delante». Una de las esencias del PP ha sido ser un partido de corte nacional, con un discurso homogéneo en cualquier parte de España, y ahora parecería como que pretenden sustituir esa esencia con un intento de «adaptarse al paisaje» o resaltar los «elementos diferenciadores».
De momento, eso no les ha reportado votos y los ha llevado a la casi desaparición, además de perder su verdadera identidad, el espacio de ese nuevo PP vasco ya lo ocupa el PNV, por lo que han dejado de ser útiles, y posiblemente ahí esté alguna de las causas de sus pérdida de votantes.
La joven profesora comentó:
—Lo que se evidencia es el fracaso de algunos objetivos de las autonomías, en cuanto que, en su origen, se pretendía respetar las peculiaridades y diversidad identitaria de las diferentes regiones, acercar la gestión administrativa a los ciudadanos y permitir la convergencia de todas las regiones españolas.
—Pero la realidad ha sido muy diferente —siguió nuestro marino—, hemos creado barreras administrativas y lingüísticas, agravios comparativos, las diferencias se han acentuado y asistimos a que determinados territorios son privilegiados y encima mantienen un discurso para favorecer el sentimiento de agravio.
En todo eso, el PP, tampoco está libre de culpa, el ejemplo lo tenemos en Galicia en la que se están siguiendo los mismos pasos que otras regiones, aunque de una forma más pausada, pero poco a poco se va apartando el castellano como lengua oficial e incidiendo los elementos diferenciadores.
La vieja Europa es un mosaico que a lo largo de la historia ha ido cambiando y evolucionando, pero lo que nos ha enseñado es que, con la bandera del nacionalismo, con la excusa de la identidad se han favorecido guerras y derramado mucha sangre. Los pueblos pacíficos, las revoluciones silenciosas son falacias y argumentos de sus líderes. Ese falso sentimiento identitario es supremacismo y propaganda.
Vivimos una época en la que el esperpento se ha apoderado de nosotros, los argumentos pueden llegar a ser de lo más peregrino y todos ellos tener cabida. Estamos aceptando las mayores incongruencias como verdades absolutas… y todos intentamos explicarlas o justificarlas.
Nuestro viejo marino concluyó:
—Yo también tengo dos patrias, por la mañana soy vasco y por la tarde valenciano, por eso pienso que me deberían dar una doble indemnización y pagar la mitad de los impuestos.
Acabamos con risas, y aunque nosotros pensemos que es una boutade posiblemente con eso hasta se puede llegar a crear una partido de la nueva política.
¡Las cosas de la aldea!
[email protected]