Los refugios financiados por los contribuyentes se están viendo desbordados por la avalancha de migrantes pobres bajo la administración del presidente Joe Biden, lo que ha llevado a que muchos votantes, familias y funcionarios de la ciudad sientan alarma al ver cómo esta situación afecta las calles y parques de la ciudad.
"Una inquietud que todos comparten es esta pregunta", afirmó Dave Giffen, director ejecutivo de la organización activista Coalition for the Homeless, ubicada en Nueva York. "Sin duda, ahora hay más personas durmiendo en espacios públicos".
Con el aumento constante de migrantes en la Gran Manzana, las autoridades han empezado a mostrar preocupación por el creciente número de personas que optan por vivir en tiendas de campaña en lugar de utilizar el sistema de refugios de la ciudad tras cruzar la frontera.
En la isla de Randall, cientos de tiendas de campaña son montadas rutinariamente por extranjeros ilegales, dando lugar a uno de estos campamentos. En Brooklyn, otro campamento al aire libre se ha establecido debajo de un paso elevado de la autopista. Sin embargo, el New York Times informó recientemente que existen muchos más campamentos de esta naturaleza.
La situación de la ciudad es complicada, ya que enfrenta el reto de acoger a aproximadamente 65.000 migrantes. Un aspecto significativo que lleva a muchos de ellos a optar por acampar al aire libre en tiendas de campaña es la falta de seguridad que perciben en los grandes refugios gestionados por las autoridades locales. Migrantes que residen en estos campamentos al aire libre comentaron al periódico que dentro de los edificios convertidos en refugios no existe orden ni protección. En esos espacios, la presencia de pandillas, drogas, comportamiento descontrolado y tráfico de personas es común. Finalmente, expresaron al Times que prefieren sentirse más seguros durmiendo afuera en sus tiendas.
Durante meses, las condiciones han sido objeto de quejas por parte de los ciudadanos reales. No solo en Nueva York, sino también en ciudades como Denver, Chicago y Boston. En casi todas las localidades que cuentan con refugios para migrantes, se observan incrementos en las tasas de criminalidad.
Respecto a la ciudad de Nueva York, los funcionarios implementaron una modificación en las antiguas normas de "derecho a refugio", estableciendo un límite de 60 días para el requisito de proporcionar alojamiento a las personas sin hogar.
A pesar de la jerga legal que acompaña a las reglas actualizadas, pocos migrantes han sido desalojados de los refugios de la ciudad, ya que los funcionarios continúan otorgando extensiones a quienes lo solicitan. Además, muchos de aquellos que fueron desalojados han optado por presentar nuevamente su solicitud en otros refugios, donde el conteo de su límite de tiempo se reinicia.
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