Ante el comienzo de la tercera ola de calor en tan sólo 12 días, Greenpeace documenta distintos puntos emblemáticos de la ciudad de Madrid con una cámara térmica para denunciar las altas temperaturas que se alcanzan en ellos a causa del cambio climático. Como contraste, también se ha medido en zonas con vegetación o sombreadas para evidenciar la efectividad de la vegetación como medida esencial para proteger a la población, especialmente a la más vulnerable, y adaptar las ciudades al calor extremo. La organización señala entre los responsables del cambio climático a petroleras como Repsol, que disparan sus beneficios cada año sin asumir su responsabilidad como aceleradores de los eventos climatológicos extremos.
Las cámaras térmicas empleadas por Greenpeace muestran de forma evidente estos puntos calientes en Madrid, y que son un reflejo de lo que sucede por toda la geografía española. Así, en la emblemática Puerta del Sol, sin árboles y sin ninguna vegetación tras su reciente reforma, las cámaras midieron una temperatura de 54,8ºC, mientras que en la cercana Plaza Mayor se alcanzaron los 63,5 ºC. En la plaza de Callao la cámara térmica midió temperaturas que no bajaron de los 65ºC.
En los alrededores del Museo del Prado se midió una temperatura cercana a los 45 ºC. A pocos metros, sin embargo, la cámara termográfica recogía temperaturas mucho más frescas, cercanas a los 27 ºC debido a los árboles y fuentes del Paseo del Prado.
La presencia de arbolado maduro es una de las mejores medidas contra contra el calor extremo. Greenpeace también ha documentado el calor en la Plaza Santa Ana, donde un proyecto de reforma de un parking impulsado por el Ayuntamiento de Madrid amenaza el 85% de sus árboles y que la organización señala como ejemplo de lo que no se debe hacer en materia de adaptación al cambio climático. La temperatura que midió Greenpeace fue de más de 53 ºC en las zonas sin árboles, mientras que en la zonas con arboleda, la temperatura era entre 15 y 20 ºC mejor.
Llama especialmente la atención la situación del parque infantil localizado en una zona sin árboles de la Plaza de Santa Ana: la temperatura oscila entre los 67 ºC y los 85 ºC (en concreto en el suelo); lo cual, sin duda, constituye un peligro para los más pequeños.
Las olas de calor son el evento que más muertes causa en Europa. Entre 2022 y 2023 murieron más de 8.000 personas en España a causa del calor según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo). España es el país europeo donde más aumenta la tasa de mortalidad atribuible al calor extremo.
El calor impacta en las personas, especialmente en las ciudades, donde son hasta seis veces más vulnerables que en las zonas rurales. En las ciudades del sur de Europa, esta vulnerabilidad se acentúa al tener un efecto isla de calor urbana más pronunciado y contar con un menor porcentaje de zonas verdes que actúan como amortiguadoras del calor.
Mientras las personas sufrimos este calor extremo, desde Greenpeace recalcan que Repsol acaba de anunciar abultados ingresos y grandes dividendos para sus accionistas en el segundo trimestre. Consideran que hay una relación directa entre estos datos: la mayor probabilidad y virulencia de las olas de calor ha sido provocada por las emisiones actuales e históricas de grandes contaminantes como Repsol. Pero, como si no fuese con ellas, las petroleras y gasistas, mantienen e incluso amplían sus negocios pese al calor, la sequía o las inundaciones que su actividad está ocasionando.
“Los records de días de calor extremos van parejos a los beneficios de las petroleras causantes de estos fenómenos meteorológicos extremos. Es, simplemente, indecente. Estas imágenes muestran que tenemos que adaptar las ciudades urgentemente a las temperaturas extremas y pedir que las empresas causantes asuman su responsabilidad” ha declarado Francisco del Pozo, portavoz de Greenpeace.
Ante el aumento del número e intensidad de las olas de calor, es imprescindible que los municipios pongan en marcha planes con todas las medidas necesarias para transformarse en municipios mejor adaptados al cambio climático, resilientes y justos.
Entre las medidas esenciales que destacan las evidencias científicas se encuentra renaturalizar las ciudades. Las fotografías tomadas por Greenpeace evidencian la efectividad de la vegetación para reducir la temperatura en los entornos urbanos. Los estudios apuntan a que aumentar la cobertura verde puede disminuir la temperatura hasta 12 ºC.
Estos datos muestran la necesidad imperiosa de desarrollar políticas comprometidas y vinculantes de reducción de emisiones que pongan fin al uso de los combustibles fósiles causantes del cambio climático y eviten agravar las consecuencias de la crisis climática. Por otro lado, para los impactos que ya se están sufriendo y que se acentuarán en los próximos años, es urgente adaptar los municipios al calor para proteger la salud de las personas.