OPINIÓN

Del kaos al logos (XX): La presión

Carlos González | Jueves 25 de abril de 2019
Ya sabemos que es la fuerza de la Gravedad de cualquier planeta la que presiona a los planetas inferiores que alcanza en su órbita, y les obliga a girar a su alrededor y a no poder seguir desplazándose en el espacio. A esta Fuerza es a la que denominamos, “Presión”. Porque obliga, siempre contra la directa voluntad, a realizar lo que uno no quiere, y producto de esa presión ajena gira, física o psicológicamente, atrapado bajo la voluntad de otro.

Esto se realiza así tanto en los partículas atómicas como en el funcionamiento de un Grupo Social Organizado (GSO) de millones de personas. En el caso de los átomos lo vemos claro entre el núcleo y la presión sobre los electrones girando a su alrededor. En el caso de un GSO tenemos que ver que la presión la ejercen las autoridades. Lo hacen sustentadas en todo el conjunto de creencias, costumbres, o ritos que componen su cultura, unido a los mecanismos de represión o seducción que tienen a su disposición. Producto de esa fuerza de Presión, la jerarquía y los administrados giran alrededor de aquellos como planetas o electrones. Si no ejerciera fuerza presionando para la unidad y el actuar como un conjunto, no solo jurídico sino más importante, afectivo y de creencias, los ciudadanos y empresas o provincias se disgregarían y dejarían de ser estado único. Si no sintiesen los ciudadanos esa presión y les generase una tensión no lucharían cada día por mejorar ellos, sus familias, sus municipios o el gobierno entero. Si venciese su fuerza de independencia destruirían el gobierno, el poder, y se disgregarían provocando la destrucción del GSO. Desaparecería ese Estado.

La Presión es la que ejerce el aficionado y socio sobre las autoridades deportivas para que gane títulos su equipo. Y los directivos sobre el entrenador para que controle la plantilla y rinda con victorias. También el entrenador sobre sus jugadores, para que entrenen y sean los mejores. Es la que ejerce los padres hacia los hijos para que se esfuercen y se preparen para el futuro. Y un directivo de empresa para que los productos salgan mejor elaborados o la atención a los clientes sea la mejor posible.

Si la “Gusa” en el estómago del León no le presionase, y este sintiese la tensión del hambre, hay que reconocer que con lo “agustito” que está a la sombra de la acacia, cualquiera se levanta y corre detrás de la Gacela… Con lo rápida que corre ¡la jodida! … ¡Y cómo salta!…

Y si no hubiese presión hormonal de poseer a la leona en celo, cualquiera se enfrentaba a los brutos de los leones competidores, ¡con lo que muerden los tíos!…

Por eso surgen nuestras preguntas, porque hemos de estudiar cual es la Presión que ejerce el liderazgo y las élites sobre la jerarquía y los administrados. ¿En qué cuantía? ¿Cómo la construimos? ¿Cómo la mantenemos? ¿Hasta dónde y hasta cuándo?. Porque una cosa ya sabemos, sin esa presión los ciudadanos no se moverían, se tirarían a la “Bartola” esperando que les den cobijo y de comer, y a espaldas de quien manda, retozar –por eso el poder, todos los poderes, controlaron siempre el sexo-. Esa Tensión experimentada es la que pone a los administrados en marcha, les hace trabajar y rendir, o defender a la tribu.

El gran problema que se nos presenta es que no disponemos de estudios serios y fiables sobre dicha presión. Muchos intelectuales la negarán de raíz. Otros dirán que debe ser solo momentánea. La verdad es que no sabemos una cosa ni la otra. Como siempre, solo disponemos de …Preguntas.

Los Romanos nos legaron su famosa frase “Aníbal ad portas”. Solo la presión que ejerce el temor a ser masacrados por Aníbal, o por cualquier otro enemigo, es la que nos hace acudir a reforzar las murallas por grandes que sean las piedras a transportar. De no ser así, ¡con lo que pesan las tías! ¿Quién acudiría a currar?.

¿Dónde se fundamenta esa Presión? ¿Cuáles son sus límites? Sin ellos sabemos que la dictadura surge al día siguiente. Y sin ella la Anarquía ya llega por la tarde. ¿Qué unidad de medida adoptamos, para con ella saber en las distintas situaciones cuantas unidades de medida de presión son necesarias para el mejor equilibrio de unas fuerzas y las otras?. ¿Cómo podemos construir nuestra convivencia entre la Dictadura y la Anarquía?

De nuevo vemos claro que hay una necesidad acuciante de estudiar, de experimentar, por desgracia de equivocarnos, pero solo del error surgirá una luz mínima de verdad.

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