OPINIÓN

3 días de… gloria

Israel Rabinowicz | Martes 26 de febrero de 2019
Mientras por un lado digería lo peor de la política ante el cierre de las presentaciones de las listas que intervendrán en las próximas elecciones generales, siempre lo bajo y deprimente tiene escalones aún más bajos, para ello no existen los límites, Netanyahu demostró que en ambos extremos es un experto, de lo mejor a lo peor, por el otro fueron 3 días en que a nivel personal me llenaba de satisfacción y mi ego, a mis casi 79 años es muy especial, rebozaba de alegría.

Me llaman de la principal productora televisiva para indicarme que luego de recibir la segunda parte de mi historia decidieron aceptarla y que a la brevedad me invitarán a suscribir el correspondiente contrato, aquí anticipo que ni lo leeré, no interesa que cláusulas abusivas contenga, tampoco cuánto recibiré de adelanto, imagino que será algo muy simbólico, una miseria, pero para mí ello no tiene importancia alguna, ya gané, ellos no lo saben, soy el verdadero y gran ganador, mis parámetros de medición son diferentes.

Al día siguiente me llaman en nombre del presidente de uno de los principales partidos, el más tradicional e histórico, ninguna posibilidad en éstas elecciones, quieren enviarme un vehículo para llevarme a un encuentro personal aproximadamente 1 pm de ése mismo día, respondo que sí.

A dicho político personalmente no lo conozco, tuve el atrevimiento de enviarle a través de un conocido mutuo una sugerencia que parece le impactó porque en menos de 24 horas públicamente la utilizó, mucho se habló de ella pero nunca trascendió de quién vino la idea, imagino que dentro de los muchos asesores políticos y comunicacionales que lo rodean se miraban entre sí.

Llegué, estaba reunido con no menos de 20 personas, cuando le pasaron el papel con mi nombre se levantó y fuimos a un despacho privado, el sentido común dice que deben haber sido muchos los que intentaron averiguar quién es ese desconocido a quien le dan la deferencia de la privacidad.

Primero me agradeció por lo que le envié, dijo que le impactó por su simpleza, claridad y mensaje que dejaba, ahora quería hacerme una simple pregunta, la respuesta a ella fue corta y concreta, me miró, me dio la mano, me entregó un número de teléfono que se encargó de aclarar es su directo y que siempre es él el que lo atiende sin intermediarios, se disculpó porque no podía dedicarme más tiempo, en sus ojos leí que el agradecimiento era sincero, me acompañó hasta la puerta y me solicitó que les envíe una factura por el servicio la que me será cancelada a la brevedad.

Increíble, mi ego explotando ya 2 días seguidos por temas totalmente independientes, además me pagan. Un reconocimiento a que aún algunas de mis neuronas están activas.

Y el viernes lo comencé repartiendo mi mirada entre los partidos de la NBA y el lanzamiento del satélite israelí a la luna, dicen que fueron más de 200 mil los que en Israel siguieron la transmisión en directo, seguramente llenos de orgullo por un acontecimiento tecnológico muy superior a los 3 que lo antecedieron.

A las 6 am debía estar en Tel Aviv, había decidido participar en su tradicional maratón, fueron casi 40 mil los que lo hicieron, no interesa si trote o caminé, si completé o no el circuito reducido, mientras lo hacía pensaba bajo el acompañamiento del aire fresco que depuraba la mente, tengo una obsesión que, contra todos los vientos en contra, porque es posible intento llevar a buen puerto.

Apuré mi regreso, mi esposa cocinando porqué es el día en que hijos y nietos se reúnen en casa para saborear la comida de la bobe.

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