No hablaré de conceptos hermenéuticos y epistemológicos pues están implícitos en la breve argumentación que desarrollaré. Si acudimos al diccionario nos definirá tradición como la “transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación”. En antropología el concepto es similar si bien está relacionado con la cultura siendo ésta la materia prima y la tradición uno de sus ingredientes.
Si nos acercamos a la festividad de los Reyes Magos desde una visión academicista lo habitual es que nos especifiquen que es un relato del Evangelio según Mateo (Mateo 2:1-12) recogido en el Nuevo Testamento de la Biblia. Que en tal o cuál concilio se trató el tema, que en la literatura aparecieron por primera vez en tal siglo, que por obra y gracia de fulano o mengano les dieron nombres a los emisarios de Oriente, que si desde la astronomía la estrella de Belén, era un cometa, que si conjunción de planetas, que si… Demasiadas ambigüedades imbricadas en un supuesto hecho histórico, quizás debiéramos centrarnos en lo de supuesto. Es complejo, si no imposible, dotar de sentido científico una tradición que es leyenda, cuento, o narración transmitida sin más. Si nos acercamos desde la antropología social y cultura considero que debemos fijarnos en los “detalles” y éstos son los elementos culturales existentes en el hecho que se pretende analizar.
Las tradiciones son utilitarias y entre sus objetivos están legitimar y controlar. Para lograr lo segundo es fundamental haber obtenido previamente lo primero. Definir y consolidar la identidad cultural, conseguir cohesión social, transmisión de conocimientos, responder a cuestiones funcionales que puedan surgir, etc., también pertenecen al ámbito de la tradición.
¿Alguien considera que una historia como la de los Reyes Magos surge espontáneamente en un instante?
Analicemos algunos datos. En la Biblia numerosos pasajes están barnizados con influencias o semejanzas de culturas ancestrales. Vamos a enumerar algunas:
Tres Reyes Magos: tres como la Santísima Trinidad; reyes como legitimación del poder; y magos como relación con la divinidad, con lo extraordinario.
Regalos: oro, incienso y mirra.
Llegamos nuevamente a una triada Dios, rey, hombre.
Oro: metal precioso y símbolo de riqueza, poder y divinidad. Utilizado, entre otras cosas, para la fabricación de objetos ceremoniales y como ofrenda a los dioses en templos y rituales.
Incienso: dedicado al culto tanto para rituales, casi siempre funerarios, como ceremonias religiosas donde se quemaba como ofrenda y era considerado un medio de comunicación con la divinidad.
Mirra: era considera un regalo apropiado para los dioses dedicándose casi en exclusividad para ceremonias religiosas y rituales funerarios. También servía para embalsamar cuerpos, como cosmético o como anestésico en medicina.
En la Biblia existe una evidencia clara y es que bebe en demasiadas ocasiones del Creciente Fértil y sus antiguas culturas y civilizaciones.