OPINIÓN

Unas derechas desbocadas

José Luis Úriz Iglesias | Jueves 09 de noviembre de 2023
Nací hace 75 años en la calle Ferraz 70 de Madrid, actual sede del PSOE. Jugué de crío por esa calle y por el parque de Rosales junto a mi amigo de entonces Patxi Andión, que nació en el número 68.

Jamás imaginé llegar a ver las imágenes del pasado martes a la tarde-noche. Me produjeron impacto primero, después indignación y por último una profunda preocupación.

Observar la realidad es lo que me queda para el tramo final de mi vida, observarla y reflexionar sobre ella desde una posición serena y a veces objetiva.

Pero esta vez voy a dejar esa imparcialidad colgada en la puerta de este artículo, porque la actitud de esos energúmenos en las puertas de la casa en la que nací me da derecho a ello. Seré pues subjetivo, incluso radicalmente subjetivo.

Ya estaban dando las derechas, la derecha extrema y la extrema derecha, en los últimos tiempos síntomas de profundo cambio.

Habitualmente consideran que el poder es suyo, que viene dado de manera natural, incluso divina y cuando se dan cuenta que la democracia consiste en que a veces es del otro, de la izquierda, claman contra un resultado que consideran antinatural.

Pero en esta ocasión la aparición en escena de VOX les ha llevado no sólo a clamar sino que incluso a ladrar y a morder. Han sacado públicamente al dóberman que llevan dentro y que ya conocimos lamentablemente en la época dorada de Aznar, su líder e ideólogo de la revuelta en esta ocasión.

Quizás la izquierda haya sido de nuevo ingenua al no detectar esos síntomas que nos iban avisando de lo que venía.

Si había alguna duda deberíamos guardar las terribles imágenes de ese martes 7 de noviembre, casualmente cuando se cumplía el mes de la masacre de Hamás en Israel.

Las derechas se han echado al monte sin ningún freno, se les ha caído la careta, alentadas por Aznar y sus discípulos Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez siguiendo las directrices de Steve Bannon. A partir de ahora ya nada será lo mismo.

Lo que sucedió esa tarde-noche recordaba mucho a las imágenes que vivimos en Euskadi y Navarra un tiempo felizmente pasado, incluso a las de Catalunya en 2017. Son paradojas del destino, los extremos acaban tocándose.

Pero en esta ocasión alentadas, probablemente dirigidas por quienes deberían ser un ejemplo democrático, el PP.

Las derechas directamente se han echado al monte con intenciones perversas de subvertir nuestra democracia.

Y esa es la clave, se trata ahora de salvar esa democracia que a algunos tanto nos costó conseguir.

Quizás haya que realizar una labor didáctica para conseguir que el PP de Feijóo, el de Ayuso está ya perdido para la causa, vuelva a la senda democrática. Les necesitamos en esta batalla porque si los del martes se salen con la suya también les engullirán a ellos.

Deberemos “dejar pelos en la gatera” para defender nuestra democracia. Los discrepantes en el seno de Sumar y PSOE aparcando sus diferencias, los independentistas entendiendo que debemos avanzar con sumo cuidado y que a veces como decía Marcelino Camacho es conveniente avanzar dos pasos hacia delante dando uno atrás, porque se consigue ir uno por delante, evitando el riesgo de retroceder de un golpe 4 o 5. Era muy sabio Marcelino.

Vivimos tiempos de riesgo, de mucho riesgo, utilicemos la sabiduría y la mesura en tiempos de radicalidad, siempre desde luego con valentía.

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